martes, 2 de octubre de 2012

Síntesis de una entrevista





ORLANDO CHIRINO

                  Una candidatura obrera

Postulada por el Partido Socialismo y Libertad, su candidatura cuenta con el respaldo de varias organizaciones políticas y de sectores laborales. Nacido en Coro, hizo sus estudios secundarios en liceos falconianos y cursó hasta el 2º semestre del ciclo básico de ingeniería petrolera en la Universidad del Zulia. Allí comenzó su participación política en el MIR. Inicia su lucha sindical en una fábrica textil de Valencia (1973). En los años 80 militó en el Partido Socialista de Trabajadores. Desde entonces, su vocabulario es inseparable de la terminología trotskista. Sin embargo, admite que hoy en Venezuela el debate entre Stalin y Trotsky no es un vínculo comunicativo, si bien estima necesario que la gente conozca aquellos procesos y el surgimiento de desviaciones y burocratización en el seno de las revoluciones.
 
   En medio de la marcada polarización del proceso electoral venezolano, la candidatura de Orlando Chirino, un dirigente sindical de trayectoria combativa y transparente, surge como una alternativa dirigida –según sus propias palabras- a los trabajadores que ven frenada su aspiración a la autoorganización; a todos los sectores descontentos de la población venezolana que desde las bases han venido luchando por una transformación real de la sociedad y ven sus iniciativas truncadas por imposiciones desde arriba o por trabas burocráticas.

   -¿Ignora Orlando Chirino la participación activa que han tenido estas bases en el proceso de cambio propuesto por el Presidente Chávez?

   -Todo lo contrario. Esas bases y su experiencia acumulada son una gran esperanza para Venezuela. Pero el actual gobierno tiende a corporativizarlas,  es decir a subordinar todas sus iniciativas a las decisiones tomadas por arriba. Nuestro programa se opone a este tipo de sujeción de los trabajadores, sea empresarial o gubernamental. Nos pronunciamos por la plena autonomía en las organizaciones sindicales, sociales, indígenas. Sus reivindicaciones inmediatas no pueden desvincularse de la necesidad de atacar el fondo de la “enfermedad” que subyace en toda sociedad capitalista.  Hacia esa raíz va dirigido nuestro Programa.

-En forma sucinta, según la óptica de Orlando Chirino, ¿cuál es el germen de esa enfermedad?

-Lo encontramos en la organización económica y social que permanece intocable.

-A su juicio, ¿no se ha operado ningún cambio en estos trece años?

-Las estructuras de la sociedad siguen intactas. Salvo las denominaciones con el membrete “popular” de una proliferación de Ministerios y la creación de las llamadas “Misiones Sociales” en auxilio de los sectores de población más necesitados, la raíz del problema no ha sufrido variación alguna. Seguimos siendo una economía rentista, totalmente dependiente del petróleo, con una agricultura paralizada que sólo favorece al negocio agroimportador. El desarrollo industrial, científico y tecnológico es apenas una utopía discursiva.

-¿Cuáles son las propuestas  del Programa de Orlando Chirino en este sentido?

-En primer lugar,  planteamos que en un corto plazo la industria petrolera sea cien por ciento venezolana. Nos oponemos a que las empresas mixtas petroleras y gasíferas sean propietarias hasta de un 40% de la producción, mientras la deuda pública interna e internacional se agiganta, con un desequilibrio abismal en el presupuesto público. El país se desangra pagando una deuda externa cuyo origen ilegítimo e ilegal nació con la estatización de deudas privadas durante el puntofijismo. De allí que el candidato de la llamada Mesa de Unidad Democrática permanezca mudo, pues su programa incluye continuar las privatizaciones, culminar la entrega de Venezuela. Tal es “el camino hacia el futuro” que viene proponiendo.

-¿Soluciones  al problema de la deuda externa?
-Hemos avanzado la propuesta de una consulta internacional entre países deudores a fin de plantear una moratoria.

-¿Medidas a corto plazo?
  -El carácter de nuestro Programa es transicional; está concebido como un puente entre los problemas inmediatos de la población explotada y las tareas políticas que demanda nuestra emancipación desde el punto de vista de clase. Un primer paso inaplazable sería equiparar el salario mínimo a la canasta alimentaria, como lo establece el art. 91 de la Constitución, convertido en letra muerta, así como la discusión inmediata de los contratos colectivos con los distintos gremios, paralizada desde hace más de diez años.
   Las medidas para una transformación de fondo requieren tiempo. Sólo un gobierno de los trabajadores, mediante la movilización y autoorganización popular, podrá construir nuevas relaciones de producción.

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