martes, 2 de octubre de 2012

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YANOMAMI

   La etnia yanomami es la más antigua entre las que habitan el estado Bolívar, territorio donde mora desde hace más de veinte mil años. Sin embargo, apenas representa el uno por ciento de la población venezolana, con unas 15.000 personas. Su cultura ha sido considerada Patrimonio de la Humanidad. De allí que afirmaciones como “Sólo cuentan hasta dos” –difundida por medios impresos y de la red- se preste a erróneas interpretaciones. Quizás se quiere significar que por encima de ese número todo entra en la categoría de “muchos”.

   El nombre de esta etnia ha venido sonando con insistencia en los últimos meses, desde que se hizo pública  la denuncia de organizaciones indígenas acerca de una presunta masacre de habitantes yanomami en el mes de julio, atribuida a un bombardeo realizado por mineros ilegales del Brasil (garimpeiros). Posteriormente las mismas organizaciones señalaron que la Comisión Oficial venezolana encargada de investigar los hechos no había llegado hasta el lugar donde supuestamente éstos habrían ocurrido: la comunidad de Irotatheri, municipio Alto Orinoco del estado Amazonas. La siguiente secuencia informativa  conducirá al lector a extraer su propio análisis:

    01 sept. - La agencia de noticias IPS transmitió que “hasta 80 personas de la comunidad Irotatheri habrían muerto baleados y quemados el 5 de julio, a manos de buscadores de oro provenientes de Brasil”. Señaló que la organización yanomami Horonami, dirigida por Luis Shatiwé, de dicha etnia,  había presentado en la Fiscalía General de Puerto Ayacucho la solicitud de investigar la masacre relatada por tres sobrevivientes y por miembros de la comunidad Hokomawe, quienes iban de visita a Irotatheri. De tales hechos Shatiwé informó el  27 de julio a la Brigada 52 del Ejército que actúa en la zona. El obispo José Angel Divasson,  vicario apostólico de Amazonas, dijo a IPS que encontraba dudoso el número de víctimas de esta denuncia, pues se trata de comunidades nómadas que se desplazan a menudo y no permanecen tantas personas en un solo shabono (vivienda típica de la etnia). Agregó que es conocida la actividad de garimpeiros en la zona y sus difíciles relaciones con las comunidades indígenas.

   En la misma fecha -según noticias difundidas en la red-, el coordinador adjunto del programa Río Negro, del Instituto Socio Ambiental del Brasil, informó que un sobreviviente de la masacre de Irotatheri, de nombre Swaporí, había solicitado ayuda médica en un shabono yanomami del lado brasileño. Agregó que el sobreviviente, quien llegó con heridas graves dos semanas atrás, dijo haber visto cuando mineros brasileños desde un helicóptero lanzaban bombas que incendiaron el shabono, causando la muerte de todos sus ocupantes cuyos restos calcinados él había observardo. Según el mismo informante, Swaporí declaró sobre estos hechos a la Radio Chamánica, de Puerto Ayacucho.

   La Fiscal General de la República, Dra. Luisa Ortega Díaz, informa haber designado un equipo cuya investigación de varios días en el lugar de los hechos “no encontró nada que compruebe que esto haya ocurrido”,

   El  3 de septiembre el ministro del Interior, Tareck El Aissami, declaró que la Comisión designada por el gobierno venezolano no había encontrado evidencias de ninguna muerte. Posteriormente la prensa oficial y la página web del canal Telesur informaron acerca de la “investigación exhaustiva cumplida por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, junto con representantes del Ministerio Público, Ministerio de Asuntos Indígenas y Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC)”. Uno de los integrantes de la Comisión transmitió que, después de varias horas de vuelo,  “al sexto día se pudo llegar a la comunidad de Irotatheri y se puede dar fe de que en esta zona no ha ocurrido absolutamente nada con la comunidad Yanomami”. Tales declaraciones fueron avaladas no sólo por un equipo de prensa acompañante de dicha expedición,  sino por el propio denunciante de la supuesta masacre, Luis Shatiwé.

   La Agencia Venezolana de Noticias, luego de enviar a un fotógrafo conocedor de la zona, informó: “De llegar a ocurrir una masacre de tal magnitud, la comunidad por sus características nómadas se desplazaría inmediatamente y se observarían rasgos de nuevas construcciones en la zona”. Estas deducciones fueron complementadas por el fotógrafo, quien precisó -según la misma fuente-: “No es una comunidad que se armó hace poco. Tiene algunos meses, tal vez un año; está cimentada, hay cultivos de conuco”.

     La red da cuenta de que “un equipo de Telesur, se trasladó al lugar para corroborar las investigaciones realizadas por funcionarios, confirmando que no hay presencia de irregulares y que la comunidad aborigen se encuentra en perfecto estado y conviviendo en paz y armonía”.
   La ONG británica Survival, a través de su página web, luego de haber “recibido testimonios de fuentes conficenciales”, se retractó de la información difundida acerca de la presunta matanza de yanomami.
   Para el Presidente Chávez “la falsa información sobre la supuesta masacre yanomami forma parte de una campaña de manipulación de medios privados para desprestigiar a la revolución y al pueblo venezolano”

El problema de fondo
  
   Un aliado de los pueblos indígenas e infatigable investigador de sus culturas, el profesor y antropólogo Esteban Emilio Mosonyi, no pone en duda que haya ocurrido esta masacre, comparable a su juicio –aunque en mucho mayor escala- a la de Haximú (región amazónica fronteriza con Brasil) en 1993, cuando fueron asesinados 16 yanomami por mineros ilegales brasileños.

  Así lo señaló en reciente entrevista con un semanario de circulación nacional (La Razón, 2/9/2012). A la vez se duele de que pueda ser ésta la continuación de una estrategia de los garimpeiros para sembrar terror en esas comunidades hasta obligarlas a abandonar su hábitat de milenios, lo que conduciría a su extinción.
   Puntualiza el Prof. Mosonyi en la citada entrevista que la cultura de esta etnia “es una de las más interesantes en cuanto a la relación hombre-naturaleza. Sus casas, en forma de círculos, son de gran belleza arquitectónica. Su organización familiar es maravillosa y su lenguaje es riquísimo”. Y agrega que podrían “continuar llevando adelante sus culturas milenarias, en interacción con nuestra sociedad”, si viviesen en un territorio libre de continuas agresiones y no estuviesen sometidos a condiciones de  semiesclavitud por parte de los buscadores de oro, quienes mediante amenazas les obligan a trabajar en las minas.
   Reconoce el investigador que el presidente Chávez “ha puesto en marcha numerosos proyectos que han beneficiado a estos pueblos, pero a partir del 2005 el tema indígena fue perdiendo prioridad”. La amenaza no proviene sólo de la minería ilegal –señala Mosonyi-, sino que se hace necesario “ajustar la minería legal a las condiciones de los ecosistemas”, única forma de salvar la biodiversidad.
     De esta situación de fondo se desprende el reiterado planteamiento de las organizaciones indígenas al gobierno venezolano, clamando por “adopción de medidas bilaterales con Brasil” conducentes al desalojo definitivo de los garimpeiros de estos territorios.

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