Universalis Cosmographia (1507) de
Martin Waldseemüller
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Antihéroes
y estatuas
Un artículo del Prof. Luis Fuenmayor Toro,
ex Rector de la
Universidad Central de Venezuela, titulado “Interpretaciones
erradas” y publicado el 18/07/2012 en un diario de circulación nacional, dio
lugar a una discusión sobre la destrucción de estatuas y el culto a los
colonizadores, si bien –según el autor del referido artículo- no fue éste el
tema central de su exposición. Aclara el Dr. Fuenmayor en posterior artículo
que su interés era “puntualizar que los hechos históricos no pueden ser
analizados con los criterios morales actuales”.
Nuestra respuesta a “Interpretaciones
erradas” se debió a la afirmación textual del autor de que ciertos “intelectuales de izquierda, en su afán de
conquistar mayores respaldos o de mantener los muchos obtenidos por el
presidente Chávez, cometen errores importantes y muy frecuentes en sus
cotidianos artículos de prensa desde el punto de vista de la interpretación
materialista de la historia”.
Luego, al comparar una hipotética
destrucción de las estatuas egipcias con el derrumbe de la estatua de Colón en
Caracas, señala que ello se explica “por esa forma tan elemental y tan
primitiva de analizar la vida y sus circunstancias…”.
Como quiera que hemos participado del
llamado a desechar toda expresión de culto a los colonizadores, sea en
monumentos o en los textos de enseñanza, desde mucho antes de que apareciera en
escena el Presidente Chávez, consideramos oportuna nuestra respuesta. Por otra
parte, el análisis actual del hecho colonialista no puede desligarnos de su
esencia misma, cualesquiera hayan sido las causas que movieron a las grandes
potencias a emprender su aventura de conquista. La condena a los colonizadores
no puede equipararse a un acto de maniqueísmo y así lo expusimos en nuestros
dos artículos: “Condenar el colonialismo no es maniqueísmo” (laclase.info,
19/7/12) y “¡A derribar estatuas!
Ninguna nación digna erige monumentos al invasor! (sitios red, 10/08/2012).
De nuestra parte, pensamos haber zanjado la
discusión con el amigo Fuenmayor, tanto en su primer artículo, como en el
segundo: “La historia no es una lucha entre buenos y malos” (La Razón, 29/7/2012). Varios
comentarios recibidos de nuestros lectores demuestran que este tipo de debates
es necesario y pone en evidencia que la diversidad de criterios no equivale a
interpretaciones erradas, pues nadie es poseedor absoluto de la objetividad.
Pero el debate prosigue: un tercer artículo
de Luis Fuenmayor Toro aparecido el 2/9/12 en un semanario de circulación
nacional, nos paralizó de sorpresa. Su título: “¿Fue Venezuela invadida por España”? nos hizo pensar que la
monarquía borbónica regida por el autor del famoso regaño “¿Por qué no te
callas?” Acababa de invadir nuestras
costas. No de otra manera podría explicarse tal título. ¿O es que acaso existía
Venezuela en el siglo XV?. De nuestras cavilaciones vino a sacarnos alguien que
se adelantó a responder al doctor Fuenmayor.
La
Pulga incómoda ofrece
como primicia a sus lectores la carta de un irreverente colaborador, dirigida
al ex Magnífico Rector de la
Universidad de Caracas.
VENEZUELA
INVADIÓ A ESPAÑA
(CON CACAO, CAFÉ Y AÑIL, ORO Y PLATA EN BUSCA DEL DORADO)
Mensaje al Ex Magnífico Rector
de la Real y Pontificia Universidad de Caracas
Don Luis Fuenmayor Toro
No,
Magnífico Rector, no parece que Ud. hubiese pasado por la casa de luz que vence
las sombras (¿O fue por la casa de sombras que vence la luz?).
El
asunto fue al revés: Venezuela, que no existía, invadió a España, que también
era inexistente. Y como las dos no existían en el siglo XV, entonces no se sabe
quien cogió a quien. Pero de cualquier forma, el que salga preñado, la culpa es
de Chávez.
Me
explico:
Después
del crucero del crucero de placer que hizo don Cristóforo Colombo por este
Paraíso Terrenal y de la limpieza de sangre contra la “Mancha de la Tierra” que
hizo el Adelantado Don Diego de Losada, los indios y negros esclavizados –que
éramos sus súbditos- sólo manifestamos nuestro agradecimiento a nuestro amado
Rey enviándole cacao y café, para que él y sus cortesanos lo degustaran en las
tacitas confeccionadas con oro y plata que generosamente le enviaban nuestros
hermanos indios del Perú… Riqueza de la que esperamos que el Don Mariano Rajoy
sepa utilizar sabiamente para salvar del caos y la miseria a la Banca de la “Madre
Patria” y por solidaridad castellana a la Comunidad Económica Europea y
al mantenimiento, en El Valle de los Caídos, de la imperecedera memoria de Don
Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios y de nuestro
inolvidable Don Primo de Rivera…
El
añil, por supuesto, tal vez le sirva para desmancharse el traje de algún
derrame involuntario de cacao o café o de alguna chispita de mancha de la
tierra o de alguno de los indignados de la Puerta del Sol.
Atentamente:
Yo,
Don Aquiles Pinto S. Ravelo,
declarado limpio de sangre y de solar conocido por Real Providencia de Su
Majestad el Rey Carlos III.
Tabula Terra Nova, Strasbourg, 1513 |
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