domingo, 14 de mayo de 2017

¿Seguiremos conmemorando aniversario de una difunta estadounidense?



Ritos simiescos


          El segundo domingo de mayo, celebrado  cual “Día de la Madre”, se conmemora el aniversario de muerte de una estadounidense, como si cada país no tuviese sus auténticas heroínas que dieron su vida por cimentar valores en sus hijos o por acompañarles en luchas patrióticas. Siempre nos hemos opuesto a celebrar esta fecha impuesta por el país del norte, convertida en competencia del capital para homenajear las progenitoras. 

          A continuación reproducimos un artículo de nuestra autoría, publicado en abril de 2006 en el desaparecido semanario Temas, bajo el título: 

¿Seguir practicando el luctuoso rito norteño?

Irma Barreto

            Hace cien años, en 1906, a una estadounidense se le ocurrió conmemorar un domingo de mayo el aniversario de la muerte de su progenitora. Años después, en 1914, el Congreso de Estados Unidos aprobó la fecha como el “Día de la Madre”. A partir de entonces, uno a uno, decenas de países, incluido Venezuela, se han plegado a tal conmemoración, sin importarles que el origen sea ajeno a sus valore vernáculos.

        Otros han escogido fechas distintas para festejar este día, entre ellos Bolivia donde se conmemora cada 27 de Mayo la heroica resistencia de las mujeres de Cochabamba, quienes organizadas por la ciega Josefa Gandarilla se enfrentaron a los ejércitos realistas durante la Guerra de Independencia en 1812. Aquel episodio, donde cientos de mujeres bolivianas ofrendaron sus vidas en la célebre colina de la Coronilla, es recordado desde 1927 como el Día de la Madre Boliviana. No es, pues, el segundo domingo de mayo una fecha universal, ni país alguno tiene derecho a imponerlo.

        A decir verdad, si queremos liberarnos de la vacuidad de tantas y tan simiescas celebraciones que convierten algunos días del calendario en desenfrenada competencia mercantil, debiéramos comenzar por eliminarlos en la misma medida en que cimentemos auténticos valores en las nuevas generaciones.
        Pero extraerlos del calendario escolar no será tarea inmediata, por lo cual proponemos que, en lugar de continuar practicando en Venezuela el luctuoso rito por una difunta estadounidense, al menos se rinda homenaje en nuestro país a una mujer que se haya identificado con las luchas del pueblo, librado batallas por transformar la realidad social, forjado en sus hijos sentimientos de solidaridad, de rebeldía frente a los opresores, de dignidad ante el atropello infamante, de heroísmo para izar las banderas del combate; en fin, una mujer que lejos de sumergirse en pasivo dolor cuando las fuerzas represivas encarcelaron, maltrataron y asesinaron a sus hijos, se hayan erguido con valentía y heroísmo, recorriendo cárceles, trazando a otras madres el sendero de la solidaridad y sufriendo prisión ellas mismas sin arredrarse ni doblegar su espíritu.
        Son muchas las madres venezolanas que demostraron tal entereza y sufrieron el terror e la desaparición, asesinato, cárcel y torturas infligidas a sus hijos durante la IV República. Algunas de ellas, como Elba Marín de Bottini (*), Rosa Rojas de Soto (*) y otras igualmente meritorias, viven aún como testimonio de aquellos años de barbarie. Todas constituyen vigorosos ejemplos para las nuevas generaciones. Pero entre aquellas que convirtieron su dolor en fuerza y unieron a la resistencia su directa participación en la lucha destaca Magdalena Negretti.
        Madre del legendario Comandante Baltasar (Elías Ojeda Negretti) y de Francisco Ojeda Negretti –ambos entre los primeros en empuñar las armas contra la represión de los años 60-, Magdalena Negretti falleció en Caracas el 21 de julio de 2001. Había nacido en Valencia el 22 de julio de 1915. Y es esta fecha, la de su nacimiento, la que proponemos para sustituir en el calendario venezolano como Día de la Madre, a la que ocupa hoy una ignota estadounidense.
        Sería un digno homenaje a una madre venezolana, ejemplo de coraje y de actitud combatiente. Un reconocimiento que sus compa-triotas, mujeres y hombres que conocimos su solidaridad y su incansable espíritu de lucha, solicitaremos ante la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. 
(*) Tanto Elba Marín de Bottini como Rosa Rojas de Soto han fallecido para la fecha de reproducción de este artículo en La Pulga incómoda.

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