lunes, 8 de mayo de 2017

Juicio a las FARC - por OSWALDO BARRETO




      A un mes del fallecimiento de Oswaldo Barreto deseamos hacer honor a su memoria al señalar que, antes de convertirse en asiduo columnista de prensa, su vida estuvo marcada por la actividad política orientada a transformar la realidad social venezolana. Dentro de esta perspectiva militó desde temprana edad en la Juventud Comunista en Valera (Trujillo), antes de ser enviado por su padre Felipe Barreto a cursar estudios de derecho en París.  Allí militó durante varios años en el Partido Comunista Francés, según sus propias evocaciones en encuentro familiar sostenido en Caracas, pocos meses antes de su muerte. Recordó entonces (octubre 2016) su asistencia en 1957 al Festival Mundial de la Juventud celebrado en Moscú coincidiendo con el 40° aniversario de la Revolución de Octubre. 
  
    Regresa de Francia en 1958, una vez derrocada la dictadura militar. Continúa en Caracas su militancia en el Partido Comunista de Venezuela. Cuando se hace diaria la publicación de Tribuna Popular (1961), Oswaldo asume la dirección de la página internacional del periódico. Fuimos entonces compañeros de redacción en la sede del diario en Cantaclaro: él como internacionalista -sin duda librando batallas internas para justificar los despachos procedentes de TASS (agencia soviética de noticias)-, y quien esto escribe, como reportera de calle, con las páginas de TP abiertas para eventuales artículos de opinion.

  Las divergencias en el seno del PCV a propósito de la lucha armada no tardan en manifestarse. A la línea  de "paz democrática", emanada de algunos dirigentes como Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff, Jesús Farías -entre otros- se opone la de intensificar las guerrillas; en esta corriente se inscribe Douglas Bravo, quien con su gente funda el Partido de la Revolución Venezolana (PRV). Oswaldo Barreto y otros dirigentes, en desacato a la línea pacifista, buscan apoyo en el exterior para fortalecer el frente guerrillero. Se entrevistan con Fidel Castro en Cuba. Apenas triunfa la guerra de liberación de Argelia, Oswaldo viaja a la joven República, no como turista. Es Humberto Vázquez Viaña, (partícipe de la guerrilla del Che en Bolivia y fallecido en 2013), quien  relata:

     Dice Ben Bella, el ex. Premier de Argelia, que cuando el Che le pidió, en nombre de Fidel, que ayudara a los venezolanos en al transporte de armas provenientes de China y Corea, él aceptó con mucho gusto. Pedro Duno y Oswaldo Barreto se instalaron en Argel y con el camuflaje de una firma de import-export metían en los toneles de aceite de oliva las armas norteamericanas que los chinos y coreanos habían capturado en la guerra de Corea y con ayuda de los argelinos las introdujeron en Venezuela (…)  Los venezolanos en Argelia no solo se encargaban de las armas chinas y coreanas de paso a Venezuela, sino también eran los principales organizadores de la Conferencia Tricontinental, que tuvo lugar en La Habana en enero de 1966". ("Venezuela en Ernesto Che Guevara" - http://www.latice.org/fat/es/hvv0903es.html  

    Con Gregorio Lunar Márquez y Luben Petkoff, Oswaldo viaja a China. Los chinos piden información acerca del número de combatientes en acción, planificación previa, respaldo de la población campesina y otras acuciosas preguntas. Les brindan la mayor hospitalidad y al poco tiempo dan a conocer su respuesta: el Partido Comunista de China no puede ofrecer ayuda a quienes actúan como bandidos, es decir por "bandas", cual es el origen del término "bandido". El Presidente Mao Zedong -informaron los camaradas chinos- no es ajeno a esta desorganizada forma de lucha y, por su propia experiencia, recomienda dedicarse al estudio concienzudo del marxismo y de la situación concreta. La negativa del PCCH no concluye a secas, sino con una invitación a permanecer en China para estudiar cómo la combinación teoría-práctica puede conducir al triunfo de una revolución.

   ¿Asimilaron estas recomendaciones los visitantes venezolanos?

   En 1967, quienes habían solicitado ayuda china en plena Revolución Cultural, deciden fundar en Venezuela el Movimiento de Salvación Nacional (MOSAN), de efímera existencia. Además de los tres citados, forma parte activa del grupo un joven y destacado guerrillero: Baltasar Ojeda Negretti ("Comandante Elías"). Viene luego la migración a Europa, el contacto con las Brigate Rosse en Italia, la permanencia en Inglaterra, luego en Chile. 

   El hombre de acción, el acucioso investigador, el agudo analista, fue dejando retazos de su vitalidad en las columnas cotidianas de un periódico. Décadas de incompatibilidad nos separan. Hoy, al lamentar su ausencia definitiva, La Pulga incómoda reproduce un artículo suyo que consideramos acertado. Es una crítica que no surge de una visión apriorística de lo que ha venido ocurriendo en las FARC, sino de quien conoce lo que es la guerrilla porque en la guerrilla ha participado.

   A continuación el artículo de O.B. que obligará a pensar en la efectividad de una guerrilla con más de medio siglo de "acción", retornando a su punto de partida.


BALANZA DE PALABRA


  FARC y desnaturalización de la guerrilla
                                                                                                     
Por OSWALDO BARRETO
23 de mayo de 2008

               Los hechos más resaltantes de la política latinoamericana de los últimos tres meses están todos vinculados y en buena parte determinados por la muerte de dos grandes jefes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y la deserción de la única mujer que había  alcanzado posiciones de jefatura en esa organización guerrillera. Tres sucesos precisos en  la historia de esa organización, a los cuales se les adjudicó de inmediato carácter político en función fundamentalmente de las consecuencias que han acarreado y pueden acarrear en la situación política y social de Colombia, de sus países vecinos y del propio hemisferio americano. Tres incidentes de repercusión nacional y continental que han ocurrido en espacios relativamente insignificantes y promovidos salvo, en parte, en el caso de la muerte de Reyes, por la voluntad de dos o tres individuos.

        Pero, a fin de cuentas, son hechos políticos; y como tales han sido apreciados y analizados en sus más diversos aspectos y desde las más diversas perspectivas. La muerte del guerrillero “Raúl Reyes”, la captura de sus efectos personales y las circunstancias en que estos hechos se dieron, bien sabemos que han creado una crisis diplomática de gran envergadura entre las tres naciones herederas de la gran Colombia y que han estado presentes en los cabildeos y diálogos ocultos que se han dado en cumbres internacionales. De los otros dos hechos mencionados también podemos decir que están cargados de significación social y política. Tanto la muerte de Iván Ríos (alias de José Manuel Velandia, licenciado en economía y el miembro más joven  de la Comandancia o Secretariado de las FARC) como la deserción y entrega de Karina (alias de Nelly Avila Moreno, de 47 años, miembro de las FARC desde 30 años atrás y jefe por un largo período de uno de los más poderosos frentes de las FARC, el que operaba en Antioquía y Caldas) han sido apreciados por la opinión pública colombiana como signos ciertos del resquebrajamiento de las FARC y correlativamente, como signos de la penetración de esta organización por parte de las fuerzas militares y de seguridad del Gobierno.

        Son estos hechos y apreciaciones políticas que han ocultado o dejado en la sombra los que nos dicen muy claramente lo que son hoy las FARC y su evidente desnaturalización como una organización guerrillera.

        No se necesita ninguna experticia ni sagacidad particular alguna para descubrir lo que hay de común en estos acontecimientos o en los distintos momentos de la lucha “guerrillera” de las FARC. Reyes y sus compañeros, muertos o sobrevivientes, fueron capturados cuando dormían como se duerme en épocas de paz y de absoluta normalidad, en pijamas y sin contar, no digamos con fuerzas protectoras, pero sin centinelas siquiera. Iván Ríos, brillante como militar y como economista –según  dicen quienes han seguido su vida desde la época  en que se licenciara en la Universidad de Medellín- que, amén de haber sido traicionado por su principal edecán, llevaba consigo los documentos que se llevan ahí donde reina l paz y la tranquilidad: “cédula, pasaporte y computador”. Finalmente, Karina, la guerrillera más temida y odiada, según dicen también los cables, a causa de la ferocidad y crueldad  que había mostrado en sus acciones, se entrega para salvaguardar a su pequeña hija, concebida y criada en plena actividad guerrillera, pero que reclamaba de su madre una vida más pacífica y tranquila. 

        La guerrilla es una de las formas más extremas de la guerra porque es la que más se riñe con la paz y la tranquilidad. Ahí no hay momento, ni segundos siquiera, para vivir como se vive cuando reina la paz y la convivencia. Por eso, las guerrillas han sido por lo regular muy breves, hasta el punto que su duración en términos de años –que es la de su efectividad- se cuenta con un dígito. La guerrilla de Colombia lleva en su más largo tramo más de cincuenta y cuatro años; y esto amerita reflexión, por lo que quizás nuestra Balanza volverá dentro de poco a tenerla como tema central.

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