Desapariciones forzadas por agentes policiales y
militares ha habido en Venezuela desde los insurgentes años 60. Tal práctica
continuó durante los nefastos gobiernos de AD-COPEI. Los restos de Alberto
Lovera (detenido por la Digepol, 1965) y devueltos por el mar con señales de
horribles torturas, simbolizan el más agudo grito de horror y denuncia. En
1973, con el manso Dr.Caldera, le tocó el turno a Noel Rodríguez cuya captura
fue observada por alguien que dio la voz de alarma. Su humanidad se esfumó.
Los pozos
de la muerte, la masacre de “El Caracazo” y otras desapariciones son páginas
negras de la reciente historia venezolana.
Pero si
hay una desaparición forzada que sigue en la penumbra, transcuridos más de dos años, bajo un tenebroso manto
de silencio, es la de ALCEDO MORA (febrero de 2015). Funcionario de la gobernación de
Mérida, desapareció luego de denunciar hechos de corrupción en PDVSA. Nadie vio
cuando lo detuvieron. Jamás retornó a su hogar. Con una cerrada muralla
tropiezan sus familiares cada vez que insisten en denunciar el caso.
Reciente
es la declaración de Alcedo Mora (hijo), a través de las redes, inquiriendo el
paradero de su padre. No sólo la familia de este luchador social, sino Venezuela entera,
demandan al gobierno del Presidente Maduro una respuesta clara acerca de tan
sombrío caso.
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