En el curso de más de seis décadas, desde 1949 cuando fue proclamada
la República Popular China y el
derrotado Kuomintang (KMT) se estableció en la provincia china de Taiwan formando un gobierno apoyado por fuerzas
extranjeras, diversos pasos han venido disminuyendo las hostilidades y
encaminando ambas partes hacia un acercamiento.
Nuevos
partidos políticos han surgido en Taiwan, entre otros el Partido Nuevo (PN),
inclinado a la unificación, fundado en
1993 por disidentes del KMT; el Partido Social Demócrata (PSD), el Partido
Democrático Progresista (PDP), el Partido del Pueblo Primero (PPP), mientras
las relaciones entre el PCCH y el Kuomintang han pasado a ser de entendimiento
y cooperación, bajo una base política común: oposición a la “independencia de
Taiwan” y defensa del Consenso de 1992.
Este
consenso, logrado mediante prolongadas discusiones entre la parte taiwanesa FIE
(Fundación para los Intercambios del Estrecho) y la parte continental ARET
(Asociación para las Relaciones en el Estrecho de Taiwan), plantea que “los problemas concretos en los contactos
entre ambos lados del estrecho son asuntos internos de China y deben ser resueltos
mediante consultas bajo el principio de una China”. Establece, además, que “después de 1949, China se encuentra en un
estado de separación temporal, en que dos entes políticos gobiernan por
separado ambas partes del estrecho”,
Si
bien subsisten ciertas diferencias en la connotación política, ambas partes
confieren prioridad al impulso de la interdependencia económica y a la
cooperación en diversas áreas.
Desde
1972 la ONU reconoce que el Gobierno de Beijing representa la única China.
La
unificación pacífica mediante la política de “un país, dos sistemas”, planteada
por la RPCH desde 1978, ha encontrado un cauce favorable no sólo con el viraje
económico allí operado, atrayendo fuertes grupos empresariales de Taiwan, hoy
defensores del “Consenso de 1992”, sino en un aspecto inimaginable: la
posibilidad para los empresarios de ingresar al PCCh gracias a la teoría de la
Triple Representatividad. Toda barrera quedaría borrada entre los contendores
de aquella guerra civil fratricida y batirían palmas las élites empresariales
de uno y otro lado del estrecho.
Pero el
proceso de normalización de relaciones entre Taiwan y la parte continental no
está exento de escollos. Ambas partes están conscientes de ello. No otra cosa
se deduce de la Ley Antisecesión promulgada en Beijing por la Asamblea Popular
Nacional (APN) en marzo de 2005, la cual estipula que se proseguirá “la
búsqueda de la reunificación nacional a través de medios pacíficos, y el empleo
de medios no pacíficos para impedir la secesión de Taiwan de China como último
recurso”.
Dicha
Ley no ha impedido continuar los pasos de acercamiento.
Apenas a un mes de su promulgación, luego de un encuentro en Beijing del
presidente del KMT, Lien Chan, y el secretario general del PCCh, Hu Jintao, en un
comunicado de prensa se informó sobre los “esfuerzos conjuntos para promover el
final del estado de hostilidad entre ambas orillas del Estrecho de Taiwan y
establecer un marco para el desarrollo pacífico y estable de las relaciones,
incluido un mecanismo de confianza recíproca militar”. Se iniciaría así la
“tercera cooperación” PCCh-KMT.
En
abril de 2006 se efectuó en Beijing el primer Foro Económico y Comercial de
Ambos Lados del Estrecho de Taiwan, organizado por el PCCh y el KMT, al cual
asistieron inversionistas taiwaneses establecidos en China.
Una
delegación de la ARET, encabezada por Chen Yunlin, visitó Taiwan en noviembre
de 2008, siendo recibida por Lien Chan, como presidente honorario del KMT y
presidente de la FIE quien enfocó el encuentro desde una perspectiva histórica,
señalando que los nuevos acuerdos simbolizan un avance en la confianza mutua y
se orientan hacia el fin de una situación que ha prevalecido desde 1949.
El Acuerdo Marco de Cooperación Económica
(ECFA, siglas en inglés), firmado en Chongqing en junio de 2010, fue descrito
por el dirigente taiwanés Ma Ying-jeou “como un importante concepto que
permitirá a Taiwan convertirse en un centro de innovación mundial, un centro en
la región Asia-Pacífico y un centro de operaciones para las empresas taiwanesas
y extranjeras".
La
ruta prosigue con la invencible paciencia china y se encamina hacia una
situación de beneficio común, inquietante para quienes no cesan de perseguir la
hegemonía mundial. Una China unida sería un obstáculo infranqueable para
quienes aspiran a controlar el mundo. Y dentro de tales miras la isla de Taiwan
-situada en el Mar del Sur de China,
arteria vital de rutas petroleras- es una
pieza importante en el tablero mundial.
La isla de Taiwan, separada de la parte continental por el estrecho del mismo nombre,
tiene una superficie de 36.200 Km.2
La isla de Taiwan, separada de la parte continental por el estrecho del mismo nombre,
tiene una superficie de 36.200 Km.2
Quiénes atizan la secesión
Washington persevera en su afán de nutrir las
tendencias independentistas de la isla y de allí su insistencia en proveerla de
armamento, incluyendo la modernización de la flota taiwanesa de aviones F-16 y
la formación de pilotos.
China
ha expresado su oposición al proyecto aprobado por la Cámara de Representantes
de EEUU autorizando una nueva venta de armas a Taiwan, calificando tales
medidas de interferencia en los asuntos internos de China y de violación por
parte de EEUU de los acuerdos suscritos con el país asiático. Un artículo
reciente firmado por el analista Wang Xinjun señaló que “un grupo de
funcionarios gubernamentales y congresistas estadounidenses revelaron al diario
Washington Times, bajo condición de anonimato, que el presidente Obama ha
decidido vender a Taiwan armas por valor de 4.200 millones de dólares,
incluidos repuestos destinados a mejorar los aviones caza F-16”.
Obama
fortalece la nueva estrategia en Asia-Pacífico
Con misiones temporales, colaboración de
aliados, armas de alta tecnología y mayor número de soldados para ejercicios
conjuntos y entrenamiento en los países socios sustituirá EEUU en la región
Asia-Pacífico las bases militares permanentes, onerosas y mundialmente
criticadas.
Los
aliados estratégicos facilitarán el acceso a puertos, campos aéreos y otras
instalaciones. Los despliegues militares serán rotativos según lo exijan las
coyunturas situacionales.
Durante su visita a Singapur en junio de 2012, el secretario de Defensa de EEUU, León Panetta, declaró a periodistas: “Cuando uno mira la proporción de fuerzas
que tenemos en el mundo, es justo decir que un porcentaje mayor, una mayor
proporción de esas fuerzas va a estar en el Pacífico”. Sus
palabras están en consonancia con los planes del presidente
Barack Obama, anunciados en enero último, de enfocarse en Asia, como contrapeso
a la creciente influencia de China en la región.
No por
azar ha sido Birmania el país escogido por el mandatario estadounidense para su
primera gira después de su relección. ¿Hay alguien tan ingenuo para creer que
el gobernante de la gran potencia va en búsqueda del “mercado emergente de 60
millones de personas” que aspira a disputarle a China? ¿Irá acaso a predicarle
democracia al viejo régimen militar?
Si
Taiwan es pieza clave para controlar el Mar de China, Birmania, cercana al
estrecho de Malaca, no lo es menos para controlar la vía marítima que une a los
océanos Indico y Pacífico, a través de la cual circula más de la mitad de los
tanques petroleros del mundo. Con ojo de lince Obama sabe mover sus piezas.
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