viernes, 23 de junio de 2017

EPITAFIO A POMPEYO MÁRQUEZ

➧No puede despedirse con honor y gloria quien muere abrazado a sus verdugos



     Es un día cualquiera de 1962. Con pasos apresurados nos encaminamos hacia el periódico, esperando encontrar todavía algún fotógrafo no atrapado por reporteros más tempraneros. En nuestra prisa no advertimos que la sede está bloqueada por hombres en armas en actitud de acecho. Una discreta señal desde un cercano cobijo de arbustos nos hace detenernos. Están allí algunos de los compañeros de redacción de Tribuna Popular, apostados en las cercanías del edificio Cantaclaro, para advertir a los desprevenidos.

        Quien ha lanzado la discreta señal no es otro que Pompeyo Márquez, Jefe de Redacción de Tribuna. Permanecía allí, pese al riesgo de ser detenido, en espera de ver la suerte que correría Gustavo Machado, Director del tabloide, primero siempre en llegar. Nadie se movió del sitio. A la expectativa, todos imaginábamos verlo salir apresado por las hordas policiales adecas. Sólo Valdespino –el viejo guardián, como cariñosamente le llamábamos- hizo caso omiso de la presencia policial y permaneció impertérrito en el interior de Cantaclaro, en compañía de Gustavo. 

        Eran ya las nueve de la mañana y el grupo de acecho permanecía allí, a la entrada del periódico, mientras el resto del contingente armado hacía su labor dentro del edificio: secuestrar toda la edición del día y requisar escritorios y rincones. Súbitamente vimos salir a Gustavo. Caminaba erguido, delante de los hombres en armas que cargaban con los bultos de periódicos recién impresos. Bajo el brazo, Gustavo traía también su paquete de periódicos, sustraídos de las garras policiales. Era un reto a aquellos energúmenos. Estos respetaban su arrojo porque la orden impartida –por el momento- era impedir la circulación del diario a la vez que mantener la máscara de “democracia representativa”, dejando en “libertad condicional” a sus directivos.

        Durante los pocos meses que la publicación de Tribuna Popular diario fue permitida, escenas como la descrita eran frecuentes. Luego retornaría a aparecer en forma ocasional o clandestina.

        No tardaría mucho tiempo sin que Gustavo Machado, Pompeyo Márquez y otros dirigentes del Partido Comunista fueran detenidos y encarcelados en el Cuartel San Carlos. Allí se pronunciarían por la línea de “Paz Democrática”, siendo Pompeyo uno de los abanderados de tal línea.

Medio siglo después

        Pocos días antes de que la Parca le llamara a cuentas, quien sufrió y fue testigo presencial de aquellos desmanes, no vacila en afirmar:

        “Desde el año 1958, el país ha atravesado las más difíciles y complicadas situaciones y ha salido airoso de todas ellas. Cuarenta años de enseñanzas que no debemos olvidar (…) Fueron años de progreso, pudimos saborear lo que era el cumplimento de la Constitución, convivir en paz, respetar los distintos puntos de vista (…) Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde (…)” (Pompeyo Márquez, Ult.Not. 1 junio, 2017)

            ¿Vivió en paz Pompeyo Márquez durante aquellos 40 años? ¿Fueron respetados sus puntos de vista y los de tantos militantes de izquierda victimizados, asediados, desaparecidos? ¿Olvidó Pompeyo el férreo silencio de la iglesia ante crímenes tan espantosos como la tortura y asesinato de Alberto Lovera (1965), para citar sólo un caso emblemático? ¿Cómo puede quien conoció de cerca tales hechos cantar loas a la Conferencia Episcopal Venezolana “por el rol de primer orden que está desempeñando”, a sabiendas de su aterrador silencio de otrora?

        ¿Acaso es preciso empantanarse en el foso de los opresores de ayer y de sus cómplices para decir las verdades de hoy? Tan grotesca danza con los verdugos de ayer se revela absolutamente innecesaria al señalar lo relativo a “la crisis económica, al desabastecimiento y la hambruna, la inseguridad y el desbordamiento de los cuerpos represivos que no tienen en este momento ningún control y atropellan los derechos humanos  (ibid 11 mayo, 2017).

               No puede despedirse con honor y gloria quien muere abrazado a sus verdugos.

1 comentario:

  1. Saludos Irma!

    Gracias por la Pulga. Celebro que hayas comentado lo de Pompeyo. He pensado que él mismo fue un disparate ideológico y una atroz traición a lo que había sido - o tal vez a lo que nunca fue. No he dejado de preguntarme durante años, qué lleva a un ser humano inteligente a voltearse como una funda, vaciándose de contenido, para improvisar frases y acciones desconectadas de lo que antes estudió,pensó y vivió. Todo sin una reflexión seria que justifique , por lo menos ante sí mismo, sus acciones. Pero hay otros aún mas difíciles de entender, son aquellos que los siguen aplaudiendo y amando en su nuevo papel, como si en lugar de un dirigente político hubiera sido un actor interpretando diversos papeles, como si el influjo del personaje nublara su entendimiento. Nadie dice y menos publica nada al respecto en ninguna parte... Y de ñapa nos toman a los demás por pendejos.

    Bravíssima, Irma! Gracias,
    Un abrazo,
    MaríaElvira

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