El 4 de
Noviembre de 1918 marca el fin de la Primera Guerra Mundial, luego del
armisticio firmado un día antes en Villa Giusti, Padova, entre Italia y el
imperio Austro-Húngaro. Fueron cuatro años de sangriento conflicto entre
potencias por el reparto del mundo.
El asesinato del archiduque Francisco
Fernando –heredero del trono austríaco- y de su esposa Sofía, ocurrido en
Sarajevo el 28 de junio de 1914, fue la gota que derramó el vaso de las contradicciones
que venían agitando las rivalidades entre Austria y Servia por la posesión de
territorios. Con tal pretexto, el imperio austríaco declara la guerra a Servia,
desencadenando así un conflicto en el que participarían veinte naciones de
todos los continentes.
¿Significa el armisticio de Villa Giusti
una victoria en el avance social de los pueblos?
Dejemos la respuesta a una organización
de jóvenes italianos (http://www.giovanicomunistipavia.org/) publicada
en la red el 1 de nov. de 2004, vigente
hoy y siempre:
4 de
noviembre: ¿hay algo que festejar?
El 4 de
noviembre en Italia es la Fiesta de las Fuerzas Armadas, recordando la victoria
del Reino de Italia en la Primera Guerra mundial. En efecto, el 4 de noviembre
de 1918 entró en vigor el armisticio entre el Reino de Italia y
Austria-Hungría. La terrible masacre de la Gran Guerra duró media década y
costó la vida de ocho millones y medio de personas, a lo cual se agregan casi
ocho millones de prisioneros y desplazados y 21 millones de heridos. En Italia tal
horror se festeja porque el imperialismo italiano, habiendo vencido, logró
arrancar a sus enemigos algunos territorios, en parte poblados por italianos
(Trento, Trieste), en parte por otras poblaciones (Tirol del Sur, Istria,
algunas islas del mar Egeo…) para las cuales el 4 de noviembre significó el
inicio de una nueva opresión nacional. Estas conquistas se agregaron a las colonias
en África del Norte y Albania. ¡Al final, aquellos millones de muertos sólo
contribuyeron a repartir de otra manera los territorios y las colonias de las
potencias imperialistas!
El
grotesco nacionalismo tricolor, que ahogó en un inútil baño de sangre a
millones de jóvenes italianos, ha sido siempre reivindicado por patrones y fascistas. Sabido es que entre los primeros
reclutas del fascismo figuraban muchos
oficiales y suboficiales nacionalistas veteranos de la Primera Guerra Mundial,
formados por la guerra en espíritu de ciega obediencia, de militarismo
desenfrenado, de anticomunismo, de desprecio hacia los otros pueblos.
¿Quién
se opuso, en cambio, a aquel infame conflicto que enfrentaba obreros y
campesinos unos contra otros, para favorecer los intereses de las clases
dominantes? Los comunistas y los poquísimos socialistas que mantuvieron una
posición internacionalista. Las revoluciones obreras culminaron la guerra,
derribando las monarquías rusa (la Revolución de Octubre proclamó la paz como
su primer acto oficial), alemana y
austro-húngara.
Hoy son los
herederos del fascismo quienes conducen guerras
colonialistas
Con el
intento de revivir anacrónicos sentimientos “patrióticos”, los herederos del
fascismo desencadenan guerras
colonialistas, como ha ocurrido en Irak. Una vez más queda al desnudo el
vínculo entre nacionalismo, guerra, imperialismo y fascismo.
¡No a la guerra imperialista!
¡No al racismo contra los inmigrantes!
¡NO AL FASCISMO!!
¡No a la guerra imperialista!
¡No al racismo contra los inmigrantes!
¡NO AL FASCISMO!!
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