El viejo roble
Bajo la sombra de un joven naranjo
tranquilo duermes.
Desde la sombra de un joven naranjo
tu presencia fluye.
Lejos, muy lejos, en el lugar
donde el sol ha vencido las sombras
alguien te recuerda
y tu bondad silenciosa se esparce
más allá de los mares,
más allá de infinitas montañas y océanos,
más allá de todas las fronteras
inventadas por el hombre
e inunda mi espíritu de compañía.
Aquí, donde las batallas aún no han concluido,
donde se han derribado tenebrosas montañas,
llega tu voz mezclada con la de los arroyos
cristalinos y puros de mi infancia.
Y su rumor no es distinto de estos otros:
de los que emergen de la montaña Hu Mei
e hilvanan un canto transparente
tendiendo un puente inmenso hacia nuevos combates.
Beijing, mayo 26 de 1980
(En homenaje a Don Felipe Barreto, mi padre, nacido en Santiago (Edo. Trujillo) el 26 de mayo de 1893)
Formado en un hogar de medianos agricultores en las montañas trujillanas, Felipe Barreto aprendió en la escuela lugareña hasta que, avanzada la adolescencia, el maestro le dijo: "Ya no tengo nada más que enseñarte".
Cambió entonces el joven Felipe Antonio su cartapacio de libros y cuadernos por una mochila llena de provisiones y, en un brioso caballo, se alejó de los lares paternos. Sus vivencias y aventuras en aquellos primeros años del vigésimo siglo forman parte de su reservado mundo interior, pues no era fácil que Don Felipe soltara prenda cuando de sus secretos se trataba.
Al finalizar la tercera década del siglo le encontramos como administrador o capataz de la hacienda "Los Limones", un bello paraje del entonces municipio San Cristóbal de Torondoy (Mérida), propiedad de una joven viuda, la Sra. Herminia Higuera. ¿Cómo fue a dar a este apartado lugar, circundado de montañas, serpenteado de frondosos bucares que sombreaban las plantaciones de café y tendían una alfombra rojiza en los caminos? Fue siempre éste uno de sus misterios.
¿Cuánto tiempo transcurrió desde su salida de Santiago hasta llegar a Jajó y convertirse en edecán del General Juan Bautista Araujo, hijo del "León de los Andes? ¿En cuáles misiones encomendadas por este adversario del General Juan Vicente Gómez participó el joven Felipe Barreto? Son secretos de la historia, sellados por el honor de un andino inflexible. Gran admirador del valor individual, Felipe Barreto desafiaba el temor y menospreciaba toda actitud pusilánime. Su palabra era un documento.
Las circunstancias quisieron que en aquel pequeño pueblo de San Cristóbal de Torondoy se cobijase, procedente de Jajó, la familia Miliani Araujo. Apenas llegaron, el joven Felipe fue flechado por su hija mayor, Camila, nieta del "León de los Andes". Con ella contrajo matrimonio en abril de 1929.
Once hijos nacieron de esa unión, uno fallecido en la primera infancia. Los otros diez forjados en medio de una recia contradicción de clase: la aristocrática Doña Camila pugnando por hacer de sus hijos -sobre todo de las mujeres- niños "de buena familia", distantes de la "gente de la orilla" y de los campesinos, y Don Felipe, de raigambre popular, buscando siempre un parentesco con la doméstica de turno procedente de sus lares nativos. Les unía una preocupación común: la educación de sus hijos, sin distingo de género. De allí que emigraran primero a Valera y luego a Caracas.
Once hijos nacieron de esa unión, uno fallecido en la primera infancia. Los otros diez forjados en medio de una recia contradicción de clase: la aristocrática Doña Camila pugnando por hacer de sus hijos -sobre todo de las mujeres- niños "de buena familia", distantes de la "gente de la orilla" y de los campesinos, y Don Felipe, de raigambre popular, buscando siempre un parentesco con la doméstica de turno procedente de sus lares nativos. Les unía una preocupación común: la educación de sus hijos, sin distingo de género. De allí que emigraran primero a Valera y luego a Caracas.
Ambos asumieron con entereza la militancia de sus hijos e hijas. Doña Camila no dejaba de rezongar después de cada allanamiento, rezando para que su prole abandonara el comunismo, pero enfrentándose a los cuerpos policiales cuando éstos se presentaban, arengándolos y negándose a suministrar cualquier detalle informativo. Don Felipe con una actitud firme, de reto. Durante uno de los allanamientos cotidianos, un policía mostró su identificación donde se leía el apellido Briceño. "No será de los Briceño de mi tierra -dijo Don Felipe- porque de allá no han salido esbirros".
Antes de instalar a su familia en Caracas, estando presente en casa de una de sus hijas durante un allanamiento en búsqueda de su hijo Bertilio -dirigente de la huelga del Liceo Fermín Toro-, Don Felipe fue conducido a los calabozos de la Seguridad Nacional,donde permaneció varios días. Estuvo incomunicado. De allí salió con mayor reciedumbre.
Antes de instalar a su familia en Caracas, estando presente en casa de una de sus hijas durante un allanamiento en búsqueda de su hijo Bertilio -dirigente de la huelga del Liceo Fermín Toro-, Don Felipe fue conducido a los calabozos de la Seguridad Nacional,donde permaneció varios días. Estuvo incomunicado. De allí salió con mayor reciedumbre.
Su ánimo no se doblegó ante las contínuas persecuciones, allanamientos, muerte y ausencia de sus hijos.
Falleció en Caracas, el 28 de agosto de 1978, a la edad de 85 años.
Mejor que un árbol genealógico, esta semblanza escrita desde la nostalgia y el afecto de cuenta del devenir de una familia y del roble bajo el cual se formó. Breve y puntual aunque en lo particular me gustaría una versión larga y detallada...
ResponderEliminarMuy agradado y sorprendido de esa veta poética que no conocía!!!
Un abrazo desde la otra San Cristóbal.
Machu Picchu.
No conocía la vena poética de IB.Machu pichu como de costumbre, muy acertado en sus comentarios, te lo tenias bien guardado el deletreo poetico. Papa Felipe, enorme motivo para alborotalo, dando asila escritora su cantar, desde lejanas tierras de dragones y pandas. Soy un devoto de mi abuelo, copio en lo posible su código de honor, de andino a carta cabal. Un viejo higuerón, Irma, árbol nuestro de descomunal altura. Me permito traer a colación un decir muy trujillan que refiere puntualidad y seriedad a la hora de honrar un compromiso y que dice asi: "al buey se le conoce por los cachos y al hombre por la palabra", ese era Don Felipe Barreto Briceño. Un varón vertido en una humanidad que rozaba las alturas. Tania la madre de Anibal,lo asistio como enfermera en tan atribulados momentos familiares, cuando Don Felipe transitaba hacia el otro mundo en aquel hospital Vargas centenario de largos pasillos y vetustos rincones. Irma en ese hospital la trujillanidad salto a la posteridad a traves de Rafael Rangel y Jose Gregorio Hernandez. Hay sacrosantos lugares que con el correr de los años se convierten en moradas de héroes...
ResponderEliminarAsdrubal Barrios Barreto
ResponderEliminarPulga de agigantadas punzadas. El Leon de la Cordillera remonta entre bucares de la sierra falconiana...elaisaolivares
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