En estos días sombrìos, cuando la partida de seres entrañables nos lleva a pensar que
nuestro tiempo de batallas ha concluido, he aquí a Josè Bonilla, ajeno
siempre a discurrir sobre la muerte, diciéndonos que èsta puede convertirse en vida.
Sus reflexiones son a propósito del fallecimiento de nuestro querido
sobrino, el periodista Asdrùbal Barrios Barreto, acaecido el 30 de julio
último. ¿Quièn hubiese pensado que apenas siete meses después, el pasado
viernes 26 de febrero, èl mismo habrìa dejado de ser viviente?
Oigàmosle:
”La tristeza es otra
forma de expresar el amor que se tiene por una persona, porque el recuerdo les trae a nuestras
mentes como las olas del mar, que siempre van y vienen apuradas
a acariciar la arena, para humedecerla con movimientos que evocan el compromiso de ir y venir para que
la arena no les olvide. Estar triste, con llanto o sin él, por la pèrdida
de alguien a quien se amó y se sigue amando, a quien
tatuó estos sentimientos, significa ofrendar parte de nuestras
energías vitales que se estacionó en nuestro sentimientos. En algún
momento, esta tristeza tiene que abrirle paso a la alegría que ese sentimiento
nos impregnó cuando esa persona estuvo a
nuestro lado. Esta alegría que universaliza la relación con el amigo, con la
pareja, con el hermano, con el hijo, con el sobrino, debe pasar a sustituir a
la tristeza, no para olvidarlo, sino para recordarlo más y poder sonreír, tal
como sonreímos cuando estuvimos juntos en medio de las travesuras y los
triunfos que nos da la vida.
“La vida es energía, y la energía en la sabiduría china es movimiento, cambio, transformación, mutación y transmutación. En nuestras vidas pasamos por esas 5 facetas; en ninguna de ellas la energía deja de ser ella. Asdrubal, transmutó pero su energía sigue estando con quienes le conocieron, porque las cuatro facetas anteriores lo permiten; tratar de disfrutarlas encontrando esa alegría es rendir tributo a su memoria.
Como sobrevivientes de tantas vicisitudes evocamos hoy al joven Josè
Bonilla en la redacción del semanario Què
Hacer, fundado en 1974, cuyo Comitè de Direcciòn integrábamos. Eran los siniestros años de los
desgobiernos de Ròmulo Betancourt y Rafael Caldera. Los allanamientos y
sustracción de ediciones completas del semanario estaban en el òrden del dìa.
En horas de trabajo o nocturnas, cuando
nadie estaba presente en el local ubicado en plena Av. Urdaneta, forzando
cerraduras con llaves maestras para colocar grabadores invisibles, el acoso
era implacable.
Nada arredraba a aquella legiòn de jóvenes motivados por la lìnea
combativa del periódico y dispuestos a dar sus primeros pasos en el ejercicio
periodístico. Entre ellos estaba Josè Bonilla, recién graduado de economista,
con gran capacidad de oratoria y habilidad para escribir.
Al
leer un artículo sobre economìa publicado con pseudònimo en el semanario,
exclamò:
-¿Quièn
escribió esto?
El
autor era uno de los presos políticos encerrados en el Cuartel San Carlos
(Caracas). Le advertimos:
-Eso
no se pregunta. Està en juego la identidad de un revolucionario privado de
libertad.
Si
es asì –replicò- ¿por què no me utilizan? Utilizenme!
Sabido es que a nadie le gusta dejarse utilizar, pero ¡el joven Bonilla se ofrecìa para ser utilizado!
A menudo, grupos de la izquerda
enfrentada a los desmanes de los gobiernos AD-Copei invitaban a Bonilla a disertar
sobre economía política.
A aquellos grupos autodenominados
socialistas, Bonilla no vacilaba en advertirles:
-El socialismo que ustedes dicen
representar no es tal. Ya lo dijo Engels en La
Ideologìa Alemana: “Mientras
subsista una sociedad dividida en clases no puede hablarse de emancipación del
proletariado”.
Asì, sin rodeos, nuestro amigo Bonilla
manifestó siempre sus puntos de vista. Hoy ya no està entre nosotros, pero su
actitud firme y combativa le mantiene presente.
Hacemos nuestro el dolor que embarga a su compañera Estela López, a sus hijas, nietas y nietos, a su hijo David Alejandro.
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