miércoles, 3 de marzo de 2021

EL CORONAVIRUS SE LLEVÒ A NUESTRO GRAN AMIGO JOSÈ BONILLA

 

 

     En estos días sombrìos, cuando la partida  de seres entrañables nos lleva a  pensar que  nuestro tiempo de batallas ha concluido, he aquí a Josè Bonilla, ajeno siempre a discurrir sobre la muerte, diciéndonos que èsta  puede convertirse en vida.

     Sus reflexiones son a propósito del fallecimiento de nuestro querido sobrino, el periodista Asdrùbal Barrios Barreto, acaecido el 30 de julio último. ¿Quièn hubiese pensado que apenas siete meses después, el pasado viernes 26 de febrero, èl mismo habrìa dejado de ser viviente?

 

Oigàmosle:

            ”La tristeza es otra forma de expresar el amor que se tiene por una persona,  porque el recuerdo les trae a nuestras mentes como las olas del mar, que siempre van y vienen apuradas a acariciar la arena, para humedecerla con movimientos que  evocan el compromiso de ir y venir para que la arena no les olvide. Estar triste, con llanto o sin él, por la pèrdida de alguien a quien se amó y se sigue amando, a quien tatuó estos sentimientos, significa ofrendar parte de nuestras energías vitales que se estacionó en nuestro sentimientos. En algún momento, esta tristeza tiene que abrirle paso a la alegría que ese sentimiento nos impregnó  cuando esa persona estuvo a nuestro lado. Esta alegría que universaliza la relación con el amigo, con la pareja, con el hermano, con el hijo, con el sobrino, debe pasar a sustituir a la tristeza, no para olvidarlo, sino para recordarlo más y poder sonreír, tal como sonreímos cuando estuvimos juntos en medio de las travesuras y los triunfos que nos da la vida.

   “La vida es energía, y la energía en la sabiduría china es movimiento, cambio, transformación, mutación y transmutación. En nuestras vidas pasamos por esas 5 facetas; en ninguna de ellas la energía deja de ser ella. Asdrubal, transmutó pero su energía sigue estando con quienes le conocieron, porque las cuatro facetas anteriores lo permiten; tratar de disfrutarlas encontrando esa alegría es rendir tributo a su memoria.

       Como sobrevivientes de tantas vicisitudes evocamos hoy al joven Josè Bonilla en la redacción del semanario Què Hacer, fundado en 1974, cuyo Comitè de Direcciòn  integrábamos. Eran los siniestros años de los desgobiernos de Ròmulo Betancourt y Rafael Caldera. Los allanamientos y sustracción de ediciones completas del semanario estaban en el òrden del dìa. En horas de trabajo o   nocturnas, cuando nadie estaba presente en el local ubicado en plena Av. Urdaneta, forzando cerraduras  con llaves maestras  para colocar grabadores invisibles, el acoso era implacable.

   Nada arredraba a aquella legiòn de jóvenes motivados por la lìnea combativa del periódico y dispuestos a dar sus primeros pasos en el ejercicio periodístico. Entre ellos estaba Josè Bonilla, recién graduado de economista, con gran capacidad de oratoria y habilidad para escribir.

            Al leer un artículo sobre economìa publicado con pseudònimo en el semanario, exclamò:

            -¿Quièn escribió esto?

            El autor era uno de los presos políticos encerrados en el Cuartel San Carlos (Caracas). Le advertimos:

            -Eso no se pregunta. Està en juego la identidad de un revolucionario privado de libertad.

            Si es asì  –replicò-  ¿por què no me utilizan?  Utilizenme!

            Sabido es que a  nadie le gusta dejarse utilizar, pero ¡el joven Bonilla se ofrecìa para ser utilizado!

A menudo, grupos de la izquerda enfrentada a los desmanes de los gobiernos AD-Copei invitaban a Bonilla a disertar sobre economía política.

A aquellos grupos autodenominados socialistas, Bonilla no vacilaba en advertirles:

-El socialismo que ustedes dicen representar no es tal. Ya lo dijo Engels en La Ideologìa Alemana: “Mientras subsista una sociedad dividida en clases no puede hablarse de emancipación del proletariado”.

Asì, sin rodeos, nuestro amigo Bonilla manifestó siempre sus puntos de vista. Hoy ya no està entre nosotros, pero su actitud firme y combativa le mantiene presente.

Hacemos nuestro el dolor que embarga a su compañera Estela López,  a sus hijas, nietas y nietos, a su hijo David Alejandro.




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