<> Bajo este mismo tìtulo, el 23 de febrero 2013, La
Pulga Incòmoda publicò el artìculo que hoy actualizamos. Insistimos hoy en cambiar
el tèrmino "màrtires" por el de COMBATIENTES HEROICOS para honrar la memoria
de aquellos insignes luchadores asesinados por los gobiernos AD-Copei.
Sábado 23 feb. 2013
- Actualizado el 19 junio 2018
El 21 de junio se conmemora en Venezuela el
asesinato de Fabricio Ojeda, luchador que abandonò el Congreso para empuñar las
armas convencido de la inutilidad de los
votos. Llamarle mártir es sepultarle en las catacumbas
Mártir es una persona sometida a muerte o a
grandes sufrimientos por amor a Cristo y en defensa de la religión.
Generalmente este tèrmino se asocia a la persecución de cristianos por el
imperio romano. Alberto Llovera, Fabricio Ojeda, Iván Barreto, Alí José Paredes
y tantos otros combatientes que perdieron la vida en aquellas oscuras décadas
de gobiernos puntofijistas (AD-Copei) no se sentirían reconocidos en tal denominación.
Es un loable objetivo “desempolvar de la desmemoria y del
olvido” tantos rostros de quienes
valientemente opusieron resistencia a los desmanes de aquella época sombría,
autodenominada democracia, pero en la práctica ejecutora de las más salvajes
tropelías.
Al pasear la mirada por esos rostros
henchidos de ensueños y de confianza en
sus posibilidades juveniles para transformar una realidad social adversa, no
podemos menos que evocar nuestras propias vivencias, testimoniales hoy de las
raíces de una lucha que no desfallece porque aquellos combatientes abrieron
surcos profundos donde su semilla ha de germinar sin cortapisas.
Su combate abierto, clandestino o en la
montaña tenía como premisa construir un mundo nuevo, una sociedad igualitaria.
Lejos estaban de identificarse con la cruz de los mártires, pues el calvario y
las catacumbas se quedan para los cristianos.
Rindamos homenaje a su memoria, a su
coraje, a su afán por construir una
sociedad distinta y, de una vez por todas, sustituyamos el tèrmino mártires por
el de COMBATIENTES HEROICOS. El acero que ellos comenzaron a templar sigue en
la forja. A las nuevas generaciones
corresponde proseguir su ejemplo.
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