lunes, 25 de diciembre de 2017

CEAUSESCU , EL INFLEXIBLE



Hoy 25 de diciembre de 2017 se cumple 28 años del fusilamiento en Rumania de Nicolae Ceausescu y de su esposa Elena Petrescu, en un juicio sumarísimo seguido por un tribunal militar, sin garantía jurídica alguna ni validez legal. A continuación nuestro artículo “CEAUSESCU, EL INFLEXIBLE”, publicado en El Diario de Caracas” el  2 de enero de 1990, reproducido en el libro Cuarenta Años de Combate Periodístico (2002).




Cuando Lucretiu Patrascanu, secretario general del Partido Comunista de Rumania y organizador de la resistencia al nazismo en su país, fue ejecutado por su propio partido en 1954, se le acusó de pretender construir un “comunismo nacional”. De él diría Nicolae Ceausescu en 1968: “Es preciso ver la realidad. Patrascanu fue víctima de un asesinato”.

          En el plano de la política interna fue ésta la primera gran denuncia de Ceausescu desde que asumió el poder en 1967. Seguiría luego una larga encuesta –por él dirigida- sobre los errores de su antecesor, Gheorghiu Dej,  a quien acusó post mortem de haber violado la ley y ordenado ejecuciones, encarcelamientos y destituciones injustificadas.

          Veinte años después, el mismo Ceausescu, erigido en representante de un comunismo ortodoxo, inflexible ante el reformismo que como un huracán ha penetrado en el oriente de Europa, sacudiendo estructuras al parecer nada sólidas, el conductor de la más intransigente política de austeridad, quien definió al despilfarro como “un anarquismo financiero”,  cae fusilado tras un brevísimo y secreto juicio militar, bajo las más oprobiosas acusaciones, entre ellas -¡oh, ironía!- la de dilapidador de los fondos públicos.

          ¿Se cumple acaso el viejo proverbio de que del árbol caído……? Pensamos que en la dinámica social nada es gratuito, nada está sujeto a los arcanos designios de la fatalidad. La historia es implacable y detrás de cada uno de esos hechos hay factores que en modo alguno pueden  dejarse al azar.

          No es casual que Ion Iliescu, el nuevo presidente de Rumania, haya hecho carrera en la URSS y sea considerado amigo de Gorbachov. No es casual que Corneliu Bogdan, actual viceministro rumano de Relaciones Exteriores –caído en desgracia con el gobierno de su país en 1980, luego de ser embajador en Estaos Unidos durante más de una década- sea el primero en proclamar a gritos la muerte del Partido Comunista. No es casual que tanto la URSS como Estados Unidos se hayan apresurado –frente a los despojos mortales aún insepultos de Ceausescu- a ofrecer su apoyo al nuevo gobierno rumano.  Ambas superpotencias tienen motivos para regocijarse de la caída del más inflexible de los gobernantes de Europa Oriental después de la muerte  del albanés Enver Hoxha.


          Y es que Nicolae Ceausescu, no exento ciertamente de culpas, tenía en su haber un tesonero esfuerzo por impedir la satelización de Rumania ante los dictámenes de Moscú, por custodiar celosamente la independencia política y económica de su país, desoyendo hasta sus días postreros el canto de sirenas de la perestroika, encaminada a  vender como un “marxismo reformado” el retorno a la propiedad privada  y a las leyes del capitalismo.


          En mayo de 1986, con motivo de 65° aniversario de la fundación  del Partido Comunista de Rumania, Ceausescu expuso la necesidad de revitalizar el socialismo: “No hay duda de que el socialismo ha llegado  a una etapa de desarrollo en que es necesario hacer un análisis crítico  de su trayectoria y formular las medidas necesarias para  perfeccionarlo y revitalizarlo. Pero esto debe ser realizado de acuerdo con la experiencia y la práctica de la construcción socialista y con los principios del socialismo científico”.

          Si por una parte cerraba el paso a un neoliberalismo camuflado, ¿respetaba Ceausescu, por otra parte, los principios por él tan invocados del socialismo científico en cuanto a lograr la plena democratización de la sociedad? He aquí su más grave error. Al acentuar la centralización y personificación del poder, al unificar las funciones del gobierno y del partido en una misma persona, al negarse a admitir toda crítica contra su persona y su gobierno, Ceausescu no sólo impidió la libre  participación del pueblo en el ejercicio del poder, sino que negó con tales prácticas la esencia misma del socialismo en su etapa de transición hacia la sociedad comunista.

          Pero no es éste el crimen imperdonable de Ceausescu ante los ojos de Moscú, que no puede tampoco jactarse de las libertades de su pueblo. Lo  es sí  la fiera  intransigencia del dirigente rumano a aceptar –desde los años sesenta- las fórmulas soviéticas de división internacional del trabajo entre los países miembros del CAME –excluida por supuesto la URSS de tal especialización-; o de integración  económica a través del mismo organismo, fórmulas consideradas por Rumania como un freno al desarrollo independiente de cada país y como un menoscabo de la soberanía. Lo es también el haber condenado la invasión a Checoslovaquia y proclamado que en territorio rumano no se desarrollarían maniobras del Pacto de Varsovia ni participarían las fuerzas rumanas en maniobras conjuntas.

          Por todos estos “crímenes” la URSS se regocija de la muerte de Ceausescu.

          Y no menos motivos de satisfacción tiene la otra superpotencia: en Rumania acaba de restituirse el concepto de propiedad privada y sus puertas se abrirán de par en par a los grandes consorcios del capital  extranjero.

          Es necesario decir, para concluir, que Nicolae Ceausescu deja un  país libre de deuda externa, saneada en marzo de 1989. Sus acusadores dicen que ha sido al precio de grandes privaciones del pueblo. No tenemos fuentes de apoyo. Sabemos que para 1987 el salario mensual  promedio de los obreros rumanos era de 3.018 lei (287 dólares). Y sabemos también que Ceausescu se oponía a los aumentos de precios  en búsqueda de ganancias, precisando que un país como Rumania no podría superar su retardo sin realizar esfuerzos sostenidos y que “la elevación del nivel de vida del pueblo está vinculada al aumento de la riqueza nacional, a la creación de una economía poderosa, independiente”. 

          Tendrá la historia la última palabra.  

sábado, 21 de octubre de 2017

PELIGROSOS DERROTEROS TRANSITA EL GOBIERNO



            La reciente detención, interrogatorio y confiscación de libros a Simón Rodríguez Porras, del partido Socialismo y Libertad, en el aeropuerto de Maiquetía, es un evidente signo de que el gobierno venezolano está retornando a fases oscuras de la historia, fases que creíamos ya sepultadas.

          Hechos como éste, sumados a la agobiante situación de carestía, inflación, escasez de productos básicos y medicinas, alarmante inseguridad, no pueden sumergirse en el silencio. Es responsabilidad no sólo de quienes hemos librado arduas batallas desde décadas pasadas, sino de las nuevas generaciones fogueadas en los sectores populares e incorporadas a la lucha social por una transformación real de la sociedad, hacer oír su voz sobre tales desmanes.

Métodos dictatoriales
          Cuando en un aeropuerto internacional los pasajeros son sometidos a requisición de libros y publicaciones de libre circulación, algo anda muy mal en el seno de esa sociedad. Por lo general, en los aeropuertos hay detectores de metales (para evitar el paso de armas) y  medidas de prevención contra el tráfico de drogas. Si tales medidas se extienden al material de lectura, estamos pisando el terreno de férreas dictaduras, temerosas de ser “desestabilizadas”.

          ¿Acaso Simón Rodríguez Porras portaba publicaciones “subversivas”, llamando a la rebelión, a la guerra, a la insurrección?

          Veamos su denuncia: “El 16 de octubre llegué al aeropuerto internacional de Maiquetía, procedente de Buenos Aires. Durante la revisión de mi equipaje por parte de funcionarios del Seniat, éstos se percataron de que llevaba algunos libros y revistas sobre temas políticos e inmediatamente reportaron el caso al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) (…) Según palabras del funcionario superior a cargo, se trataba de materiales “desestabilizadores” y por eso requirió la actuación del Sebin (…)”

          ¿Cuáles fueron los peligrosos materiales “desestabilizadores” confiscados por las autoridades venezolanas?

          En su denuncia señala Simón Rodríguez que traía algunos ejemplares del libro “Polémica con el Che Guevara”, compilación de textos del Che y de Nahuel Moreno publicada a cincuenta años del asesinato del revolucionario argentino, y dos ediciones de la revista Correspondencia Internacional; esta última con artículos sobre los 100 años de la revolución rusa.

          El funcionario encargado de la “retención preventiva” de dichas publicaciones objetó que se trataba de “materiales desestabilizadores”.

          Muy carcomidas deben estar las estructuras de un gobierno que teme ser desestabilizado por las enseñanzas centenarias de la revolución rusa o por las fogosas polémicas del Che Guevara, a 50 años de su asesinato.

EL SILENCIO, PELIGROSO CÓMPLICE

          Si preocupante es la aplicación de tales métodos en el siglo XXI, no lo es menos el silencio de luchadores, veteranos o de las nuevas generaciones, quienes convierten en pasividad lo que debiera ser una acción conjunta de protesta.
      La situación caótica que atraviesa Venezuela en el plano económico, agravada con métodos inquisitoriales por discrepancia en el terreno político, está invocando respuesta inmediata de quienes no se sientan cómplices de tales desafueros. La cúpula hoy en el poder, obnubilada por la extraña “victoria” en las recientes elecciones regionales no ha tomado en cuenta un factor decisivo: el pueblo no retrocede. Así titulamos un artículo nuestro, publicado en Aporrea (https://www.aporrea.org/oposicion/a141371.html), cuya idea central es preciso retomar: “Las grandes mayorías que en 1998 votaron por Hugo Chávez estaban clamando por un cambio radical de la sociedad, que pusiera fin a la falacia de “democracia representativa” donde el pueblo jamás se sintió representado ni tomado en cuenta (…) Conscientes de que ese cambio radical no se ha operado, estas mayorías siguen dispuestas a convertirse en auténtico sujeto de la historia”.
 
        El pueblo venezolano no retrocede votando por sus opresores de ayer, pero no será cómplice de desafueros.

viernes, 23 de junio de 2017

EPITAFIO A POMPEYO MÁRQUEZ

➧No puede despedirse con honor y gloria quien muere abrazado a sus verdugos



     Es un día cualquiera de 1962. Con pasos apresurados nos encaminamos hacia el periódico, esperando encontrar todavía algún fotógrafo no atrapado por reporteros más tempraneros. En nuestra prisa no advertimos que la sede está bloqueada por hombres en armas en actitud de acecho. Una discreta señal desde un cercano cobijo de arbustos nos hace detenernos. Están allí algunos de los compañeros de redacción de Tribuna Popular, apostados en las cercanías del edificio Cantaclaro, para advertir a los desprevenidos.

        Quien ha lanzado la discreta señal no es otro que Pompeyo Márquez, Jefe de Redacción de Tribuna. Permanecía allí, pese al riesgo de ser detenido, en espera de ver la suerte que correría Gustavo Machado, Director del tabloide, primero siempre en llegar. Nadie se movió del sitio. A la expectativa, todos imaginábamos verlo salir apresado por las hordas policiales adecas. Sólo Valdespino –el viejo guardián, como cariñosamente le llamábamos- hizo caso omiso de la presencia policial y permaneció impertérrito en el interior de Cantaclaro, en compañía de Gustavo. 

        Eran ya las nueve de la mañana y el grupo de acecho permanecía allí, a la entrada del periódico, mientras el resto del contingente armado hacía su labor dentro del edificio: secuestrar toda la edición del día y requisar escritorios y rincones. Súbitamente vimos salir a Gustavo. Caminaba erguido, delante de los hombres en armas que cargaban con los bultos de periódicos recién impresos. Bajo el brazo, Gustavo traía también su paquete de periódicos, sustraídos de las garras policiales. Era un reto a aquellos energúmenos. Estos respetaban su arrojo porque la orden impartida –por el momento- era impedir la circulación del diario a la vez que mantener la máscara de “democracia representativa”, dejando en “libertad condicional” a sus directivos.

        Durante los pocos meses que la publicación de Tribuna Popular diario fue permitida, escenas como la descrita eran frecuentes. Luego retornaría a aparecer en forma ocasional o clandestina.

        No tardaría mucho tiempo sin que Gustavo Machado, Pompeyo Márquez y otros dirigentes del Partido Comunista fueran detenidos y encarcelados en el Cuartel San Carlos. Allí se pronunciarían por la línea de “Paz Democrática”, siendo Pompeyo uno de los abanderados de tal línea.

Medio siglo después

        Pocos días antes de que la Parca le llamara a cuentas, quien sufrió y fue testigo presencial de aquellos desmanes, no vacila en afirmar:

        “Desde el año 1958, el país ha atravesado las más difíciles y complicadas situaciones y ha salido airoso de todas ellas. Cuarenta años de enseñanzas que no debemos olvidar (…) Fueron años de progreso, pudimos saborear lo que era el cumplimento de la Constitución, convivir en paz, respetar los distintos puntos de vista (…) Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde (…)” (Pompeyo Márquez, Ult.Not. 1 junio, 2017)

            ¿Vivió en paz Pompeyo Márquez durante aquellos 40 años? ¿Fueron respetados sus puntos de vista y los de tantos militantes de izquierda victimizados, asediados, desaparecidos? ¿Olvidó Pompeyo el férreo silencio de la iglesia ante crímenes tan espantosos como la tortura y asesinato de Alberto Lovera (1965), para citar sólo un caso emblemático? ¿Cómo puede quien conoció de cerca tales hechos cantar loas a la Conferencia Episcopal Venezolana “por el rol de primer orden que está desempeñando”, a sabiendas de su aterrador silencio de otrora?

        ¿Acaso es preciso empantanarse en el foso de los opresores de ayer y de sus cómplices para decir las verdades de hoy? Tan grotesca danza con los verdugos de ayer se revela absolutamente innecesaria al señalar lo relativo a “la crisis económica, al desabastecimiento y la hambruna, la inseguridad y el desbordamiento de los cuerpos represivos que no tienen en este momento ningún control y atropellan los derechos humanos  (ibid 11 mayo, 2017).

               No puede despedirse con honor y gloria quien muere abrazado a sus verdugos.