sábado, 5 de septiembre de 2015

DENG XIAOPING: ¿CUÁL VISIÓN DEL SOCIALISMO?




 Deng promovió la gran marcha hacia atrás:  de  la colectivización a la economía individual y búsqueda de ganancias





         Una apología de quien impulsó la marcha atrás de la colectivización socialista hacia la economía individual, exhortando al enriquecimiento, sólo puede traducirse como desconocimiento de la historia de China y al mismo tiempo de los principios fundamentales del marxismo. O bien podría interpretarse como como una identificación  con el criterio de que no importa el color del gato si la cacería de ratones (o de ganancias) es abundante.  Nos referimos al artículo de Néstor Rivero “Deng Xiaoping transformó la visión del socialismo y el rol de China en la economía mundial” (Correo del Orinoco, 22/08/2015).
        Aquel sobreviviente de la heroica Marcha de veinte mil li, realizada por el Ejército Rojo en los años treinta, no fue “el más importante dirigente, después de Mao Zedong, en la historia de la República Popular China”, como señala el articulista Rivero, quien parece desconocer el protagonismo de grandes dirigentes chinos, entre ellos Zhou Enlai, Zhu De y tantos otros.
        Miembro del Partido Comunista de China (PCCH) desde 1924 y partícipe en la guerra civil contra el Kuomintang, Deng Xiaoping,  impulsor  de la gran marcha hacia la restauración capitalista en China, desempeñó desde 1949 importantes cargos en el gobierno y en la dirección del Partido. Sometido a fuertes críticas como “impenitente seguidor del camino capitalista” fue destituido en dos ocasiones de todos sus cargos sin excluirle, erróneamente, de su militancia en el Partido, lo que permitió sus rehabilitaciones. 

El nudo gordiano
         Sin muchos preámbulos, la primera interrogante que plantea un artículo como el que comentamos es si los cambios operados en China mediante las reformas económicas conducen a profundizar el socialismo, o a convertir al país asiático en una potencia económica, lo cual en sí  no debería ser visto con ojos críticos si tal “transformación” no estuviese vinculada intrínsecamente con profundas desigualdades sociales.
        La consigna “enriquecerse es glorioso”, lanzada por el tantas veces criticado y rehabilitado Deng, no podía sino desatar una pugna desenfrenada por la competitividad y la búsqueda de ganancias, dejando de lado la cooperación y solidaridad entre los trabajadores. La economía individual tenía que desembocar necesariamente en la aparición de nuevas clases sociales y de nuevas motivaciones por el consumo inherentes a la economía mercantil.

¿Marxismo trasnochado?
         No  nos  quedaremos  repitiendo  que  nuestra  llegada a China a fines de 1979 –por  invitación de la Agencia Xinhua, donde trabajamos cuatro años en dos períodos distintos- coincidió con el desmantelamiento gradual de las comunas populares y el estudio, por parte de los camaradas chinos, de las repercusiones que en la vida del país tendrían las decisiones tomadas en la III sesión plenaria de décimo Comité Central del PCCH, relativas a la restitución de Deng Xiao Ping en todos sus cargos, incluyendo el de Jefe del Estado Mayor del Ejército. En más de treinta años se han operado “otros desarrollos”, entonces ya en curso, como nos lo advirtieron nuestros compañeros de Xinhua al observar nuestro afán por investigar en la práctica el funcionamiento de las comunas populares. A través de estos años hemos seguido, gracias a la tecnología de la  comunicación, la dirección de tales cambios. No es superfluo, sin embargo, señalar el impacto que causó en quienes tomábamos a China como punto de referencia mundial hacia una revolución, hacia la construcción de una sociedad igualitaria, presenciar que se declaraba erróneo todo cuanto antes se había pregonado como gran acierto.
        Fue en diciembre de 1980 cuando Xinhua convocó a sus especialistas a una charla –dictada por uno de los Jefes de la Oficina de Expertos- sobre el reajuste de la economía china y sobre los errores cometidos por el PCCH antes de la Revolución Cultural. La década 1966-1976 fue definida como “un completo fracaso que no dejó nada positivo al pueblo Chino (1).
        A dicha reunión asistió Rose Smith, especialista en inglés con más de 20 años trabajando en China, miembro del Partido Comunista Británico. No permaneció en silencio. Recordó la pobreza que azotaba a los pobladores rurales en 1962 y el entusiasmo por ellos desplegado en el movimiento de colectivización agrícola, negándose a aceptar que se hubiese sobreestimado la capacidad de los campesinos.
        En nuestro segundo período de permanencia en China (1985-1987) pudimos comprobar, no sin desaliento, los efectos de la economía individual en el campo, de la responsabilidad personal por familia, de la diferencia de ingresos, el abandono de personas ancianas laborando la tierra mientras sus hijos emigraban a las ciudades en búsqueda de ganancias.
            Ciertamente abundaban los mercados con diversos productos, cuyos precios no estaban centralizados.  Con desmedro de una buena parte de la población, otros hacían fortuna. El desarrollo de las fuerzas productivas marchaba separado de las relaciones de producción.
       No pocos países capitalistas aplaudieron el ascenso de Deng Xiaoping al poder. Así lo señala un artículo publicado por el Partido Comunista Revolucionaio de EEUU con motivo de la muerte de Deng, en 1997: “Los imperialistas dicen que el ascenso de Deng en China demuestra la superioridad del sistema capitalista y la ´muerte del comunismo´ (…)  Lo alaban  porque volvió a meter a China al mundo del capitalismo del mercado libre. Pero los pueblos del mundo deben dar otro veredicto sobre la vida de Deng y su papel traidor en la historia”.http://revcom.us/a/firstvol/890-899/896/deng_s.htm

Nuevos ricos militantes del Partido Comunista de China
               Trasladada a las empresas la reforma económica, desaparecen los comités revolucionarios integrados por obreros. Un nuevo  concepto aparecerá en la Constitución China: la Triple Representatividad. La militancia en el PCCH se abre a la clase empresarial.
       En el XVIII Congreso del PCCH (noviembre 2012) se ratificó la Teoría de Deng Xiaoping y el concepto de la Triple Representatividad como principios guías. Este Congreso se vio precisado a incluir en su agenda  “la importancia de la lucha contra la corrupción”, pues altos dirigentes del partido y sus familias se han visto envueltos en sonados casos de corrupción.  En su discurso de apertura, Ju Jintao –presidente saliente- denunció la corrupción como  “una amenaza que podría comprometer la existencia del Estado y la del PCCH”
       Si esto ocurre en las altas esferas de dirección, ¿cuáles motivaciones guían las nuevas generaciones chinas?
       No es necesario hilar muy profundo. Veamos algunas informaciones recientes provenientes de China.

Valores metálicos reemplazan valores éticos
         No hay duda de que las ganancias producidas por el socialismo de mercado han abultado los bolsillos de unos cuantos millones de chinos, profundizando la brecha de las desigualdades sociales. 
        Despachos de agencias relativamente recientes indican: “China ha superado por primera vez el millón de ciudadanos con una renta superior a los 10 millones de yuanes  (=$US 1,56 millones; 1,27 millones de euros), mientras que aquellos con más de 1.000 millones se ha elevado a 63.500, según estudio de la revista económica Hurun” (EFE y AFP/  Beijing, 05 agosto 2012).
        Ahora bien, no es muy alta la proporción existente entre uno o dos millones de ricos frente a una población  cercana a los  1.400.000 personas para 2014. Pero sí  lo suficientemente incómoda para crear roncha en el resto de la población, sobre todo rural, cuyos menguados ingresos les obligan a no pocas privaciones. 
        Es en los jóvenes donde resulta más patético el efecto de una abundancia hueca, desprovista de motivaciones e ideales.  Observémosles a través del lente de un periodista no chino cuya curiosidad le llevó a recorrer varios clubes nocturnos en las principales ciudades del país asiático, complementando su observación mediante conversaciones con gerentes de  locales nocturnos:  
         “Los  ricos   en China quieren ir a  Shanghai  para ver esta ciudad internacional -dijo el gerente-… “Traen muchísimo dinero y dicen: ‘Todos están tomando esta o aquella marca, dame dos’. Ven cómo todos piden 50 botellas de champaña y ellos también las quieren. Puede haber personas que acaban de volverse ricas y ya están tomando Dom Perignon añejo, ¡ni siquiera tienen idea de lo que es!
 “Muchos de los nuevos ricos provienen de pasados rurales humildes. La frase que se escucha es tuhao, cuya traducción literal es “inculto” y “déspota”. Existe una creencia de que los nuevos ricos son vulgares y algunas de estas personas realizan las demostraciones más vulgares de su riqueza.
“El gerente del club explicó un poco sobre su clientela. “Muchos de estos jóvenes de Shanghái son ricos de segunda generación, que vienen de familias ricas”, dijo. “Algunos no trabajan para nada pero otros trabajan muy duro y aprenden de sus padres. Ellos vienen y quieren presumir su éxito. Son competitivos…” (“Los nuevos ricos”, por Jamie Fullerton , periodista independiente cuyo trabajo ha sido publicado en diversos diarios, julio 4, 2014.    http://www.vice.com/es_mx/read/en-china-los-super-ricos-creen-que-entre-mas-gastan-mas-se-divierten
 
      ¡Cuánta diferencia con las jóvenes estudiantes  que nos brindaron su compañía  en los años 80!  Ambas de diferentes provincias chinas residían en el Instituto de  Español en Beijing y jamás aceptaron ni siquiera un cosmético cuando nos acompañaban.  Su motivación era conocer la cultura de otros países y ofrecer su solidaridad mientras aprendían otra  lengua.

El color del gato sí tiene importancia
         Cuando de socialismo se trata, el color o condición del gato es de primerísima importancia. La sabiduría y simbolismo de los proverbios chinos está ligada a su ancestral cultura y debemos asir la profundidad de su significado.  
        En septiembre de 1956, a escasos siete años de proclamada la República Popular China, el VIII Congreso del PCCH se plantea como objetivo esencial el desarrollo de la economía del país. Con Deng Xiaoping como secretario general y Mao Zedong como presidente honorario, dos posiciones opuestas acerca de la construcción del socialismo van a enfrentarse. En “Ser promotores de la Revolución” (octubre 1957), Mao Zedong recalca que la lucha de clases no se había extinguido, aunque en lo esencial estaba resuelto   el problema de la propiedad. Indicó: “Hay cuadros que han dejado de ser rojos y lo que albergan son ideas de campesino rico. Hay quienes se distinguen por el color blanco, como es el caso de los derechistas dentro de Partido, que son blancos en lo político (…) Hay algunos que llevan el color gris y otros el rosado. Los que de verdad tienen un rojo subido como el de nuestra bandera de cinco estrellas, constituyen la izquierda”. 

       Señaló que la falta de conocimientos técnicos y profesionales en muchos cuadros del Partido conducía a los derechistas a subestimarlos diciendo que “los profanos no pueden dirigir a los expertos”, pues carecen de capacidad para ejercer la dirección. Como contrapartida, Mao Zedong expuso la necesidad de “formar un inmenso contingente técnico y teórico” en las filas de los trabajadores, pues sin el dominio de la ciencia y de la técnica la clase trabajadora no podría construir el socialismo. 
                “Cuando  afirmamos  que somos capaces, nos referimos    a  lo político. En lo que respecta a la técnica, todavía somos ignorantes en muchos aspectos, pero la técnica es algo que se puede aprender …”
        Tenía, además, muy claro el fundador de la RPCH que la toma del poder no significaba el fin de la lucha de clases, sino que la revolución debía proseguirse en forma ininterrumpida, “hasta la supresión de las diferencias de clase en general”, como lo había indicado Marx” (2).
        Y aquí la contradicción insalvable con Deng Xiaoping, para quien el color o condición de clase carece de importancia si la habilidad para producir ganancias puede hacer de cada individuo un potentado.

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(1)    Irma Barreto, China: La lucha no ha cesado, Cap. VIII – Últimos días de las Comunas Populares,  Caracas, Ediciones EBUC, 1990.
(2)    Carlos Marx, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850.