domingo, 1 de marzo de 2015

La historia escamoteada

No fue Miguel Angel Capriles Ayala el fundador de Ultimas Noticias







A
ntes de emprender su viaje definitivo (noviembre de 2009), nuestro amigo caricaturista y luchador social Claudio Cedeño quiso dejar a salvo algunas verdades, consciente de que con el paso de los años serían escamoteadas por intereses políticos o financieros.


 No hay pues motivo de asombro cuando cierta prensa venezolana conmemora el centenario de nacimiento del editor Miguel Angel Capriles Ayala, reseñándole como “fundador del periódico Últimas Noticias en 1941”. Dejemos a Claudio la verdad de la historia, no sin antes advertir que están en espera de ver la luz pública “Las Verdades de Claudio Cedeño”, donde son muchas las vacas sagradas desmitificadas. De esas memorias suyas es el siguiente capítulo: El periodismo  moderno en Venezuela – Surgimiento de los grandes magnates.
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<> En septiembre de 1941 Kotepa Delgado, Pedro Beroes, Víctor Simone de Lima y Vaugham Salas Lozada van a imprimir un nuevo estilo al periodismo venezolano con la fundación del diario Ultimas Noticias.

<> Dificultades financieras estrangularán las ansias de aquellos innovadores del periodismo. Mediante un golpe de audacia, por suministro de papel y otras acreencias, en un juicio amañado, Miguel Angel Capriles Ayala logra la posesión del periódico.


Últimas Noticias nace en septiembre de 1941 con una concepción distinta del periodismo. Su creador, Kotepa Delgado, introdujo un novedoso estilo periodístico, comenzando por el formato tabloide, a diferencia de los otros diarios de la época, de tamaño standard, los cuales por esa y otras razones han sido considerados entre nosotros como “la gran panza”.
La diferencia no es sólo de formato, sino de contenido y del estilo que al nuevo periódico van a imprimir sus fundadores: Kotepa, ya conocido en las filas del Partido Comunista; Pedro Beroes, intelectual de izquierda, egresado universitario, simpatizante del P.C.; Víctor Simone De Lima, joven periodista y dibujante, quien había ejercido el periodismo en El Popular, combativo semanario caraqueño, órgano del PRP, en cuyas páginas dio a conocer su ingenio gráfico con dos personajes que aparecían en un diálogo: ChucutoRabón, dos camaleones que satirizaban a las  más famosas figuras dela época. Vaugham Salas Lozada remataba el cuarteto de socios-propietarios, militante comunista para el momento, además de futbolista fanático de la tribu del “Dos Caminos”. Se agregaba a este equipo un fogueado periodista de Maracaibo: Ciro Urdaneta Bravo, quien con Olga Luzardo, Elio Montiel y Espartaco González había dirigido el periódico “Petróleo” durante los difíciles días de la huelga del 36.
Aparte de sus características novedosas, el periódico logró reunir un grupo de muchachos animosos, decididos, con ansias de conquistar todo lo que aspira a alcanzar la juventud. Entre ellos recordamos a Oscar Yánez, Luis Felipe Sánchez, Arístides Bastidas, Manuel Ignacio Romero, Juan Acosta Cruz.
Más tarde se incorporarían a su equipo las primeras mujeres periodistas en Venezuela, entre ellas Carmen Clemente Travieso, en la redacción; Ana Luisa Llovera, militante de AD, en la actividad reporteril  y, como aprendiz, Carmen López Obediente, de las filas comunistas.
Así, ante los ojos atónitos del lector aparece un periódico con nuevos protagonistas, con actores cotidianos, con la calle como escenario de acción.
Hasta ese momento era desconocida en Caracas la actividad de fotógrafos y reporteros de calle. De repente la ciudad es invadida por jóvenes periodistas cuyas herramientas no son otras que un cuaderno de notas y una cámara fotográfica. Se detienen en todas partes, indagan, preguntas, recogen imágenes de cualquier suceso: un accidente, una riña, una discusión política, un barrio derrumbado. Todo es noticia y los reporteros incurren a veces en excesos. En casos de accidente o infortunio, penetran  en las casas, recogen fotografías de las víctimas y preguntan detalles confidenciales para dar el “tubazo” al siguiente día, lo cual no pocas veces causaba molestias en la recatada sociedad caraqueña de la época. Pero poco a poco el nuevo estilo se fue imponiendo. La gente se acostumbra a expresar públicamente sus protestas y en los barrios los periodistas son acogidos con beneplácito. Quienes jamás habían sido tomados en cuenta ven ahora sus fotografías en el periódico y su voz de protesta es allí recogida. Los encopetados optan por denominar diario de las cocineras” al popular tabloide.
Siete mil bolívares había sido el capital inicial, aportado por Kotepa Delgado en el momento de fundación del periódico, cuyo precio de circulación era de dos centavos. Los demás socios aportaron su talento y deseos de hacer un periodismo nuevo. El mobiliario estaba constituido por algunas máquinas de escribir, escritorios y pocas sillas. Entonces el mundo de la publicidad estaba lejos de representar el fabuloso caudal de ingresos que hoy se disputan los medios de comunicación.
Muy pronto las dificultades financieras van a estrangular las ansias revolucionarias de aquellos innovadores del periodismo.
Un nuevo socio: de buhonero a magnate
Para la fecha en que es derrocado el General Medina, ya Últimas Noticias es  el  vocero de mayor popularidad y circulación en Venezuela. Con su bien estructurado  equipo, cumple un papel orientador de primer plano entre los sectores populares. Esto no es visto con buenos ojos por las clases reaccionarias y menos aún por la Embajada de Estados Unidos que  aspira a hacer valer su injerencia en este fortín petrolero una vez iniciada la Guerra Fría, cuando todas las baterías van a enfilarse contra los comunistas.
La ocasión se les va a presentar cuando los aprietos económicos sacudan la estabilidad del periódico. Un testaferro, representante de los intereses de Rockefeller, aparece en escena para proponer arrendar el tabloide, oferta que fue rechazada por sus fundadores. Era evidente que la Embajada estadounidense maniobraba para evitar que el popular vocero siguiera en manos comunistas. Y desde dentro,  alguien que había logrado hacerse socio del periódico venía realizando trabajo de topo a fin de beneficiarse de la quiebra en el momento oportuno. Ayudado por un comerciante alemán residente en Venezuela, de confesas simpatías por el régimen de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial,  el nuevo socio, ex buhonero de baratijas en la calle, mediante un inescrupuloso golpe de audacia logra la posesión del periódico.
En su modesta sede frente a la Plaza Bolívar, cerca del Cine Rialto, Ultimas Noticias no tenía otro capital que su propio nombre ya enraizado en los sectores del pueblo. Por suministro de papel y otras acreencias, un juicio amañado con la complicidad de gobernantes es entablado por sus acreedores, entre quienes figura el comerciante nazi, ahora protegido en sus propósitos por la Embajada estadounidense. El nuevo socio, cuyo nombre es Miguel Angel Capriles, cuenta con el apoyo del mercader alemán y, sobre todo, del Ministro del Trabajo, el Dr. Raúl Leoni, quien en la quiebra  le otorga el derecho de propiedad del periódico.
Así, Miguel Angel Capriles, quien se hacía llamar El Führer y tenía un negro historial de alianzas, quiebras y tracalerías, inicia su meteórico ascenso de buhonero a magnate. Como en los cuentos de hadas y de las Mil y Una Noches, fueron surgiendo telares, oficinas arrendadas y sucesivas empresas de misterioso origen. El pequeño tabloide fue el primer eslabón de una cadena que continuará extendiéndose como una versión tropical del Ciudadano Kane, donde Orson Welles capta magistralmente la figura de los magnates de la prensa estadounidense.
A la adquisición de Últimas Noticias le siguió la de La Esfera, en el período de Pérez Jiménez, pero la vida de este periódico no va a prolongarse mucho tiempo, pues ya estaba estigmatizado como un órgano reaccionario y antipopular. A los órganos de prensa siguieron las modernas torres de edificios con el nombre de su propietario y de sus periódicos y a éstas las cadenas de distribución de prensa, las acciones en compañías de segura inversión, las participaciones en empresas transnacionales, sin contar su colección de obras artísticas, la cual según Sofía Imber, su consejera en el ramo- supera la de cualquiera otro propietario latinoamericano.
En el campo  de la prensa, la cadena ha continuado agigantándose por cualquier medio hasta los años dos mil. Así lo demuestra el secuestro desde el  Ministerio de Educación de la revista infantil Tricolor, forjada con los sueños de Rafael Rivero Oramas, Manuel Felipe Rugeles y otros creadores, la cual estuvo encadenada como “Cadena Tricolor”, con fines mercantilistas ajenos a toda creatividad y con la anuencia de mal llamados educadores.
Sin embargo, Capriles no pudo tener nunca bajo su  control  un partido político, ni tampoco dar continuidad a una página o  un suplemento de arte bien estructurado que le permitiese aglutinar a los intelectuales.
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