viernes, 20 de marzo de 2015

¡A L E R T A C O N L O S I M P O S T O R E S!




        Son tantas las incongruencias que suelen publicarse que no valdría la pena perder tiempo en comentarlas. Sin embargo, la magnitud de los despropósitos adquiere a veces tal nivel que nos obliga a lanzar una voz de alerta para prevenir a lectores incautos.
         Es éste el caso de la entrevista efectuada a una “profesora y escritora” venezolana -publicada en un semanario de circulación nacional el 15/03/2015-, quien dice defender, como comunicadora social, el derecho a la información veraz, mientras ella misma recurre a falacias para cimentar sus posiciones.
         Las declaraciones de esta aspirante a “dar lecciones a los más jóvenes y al común de la gente” nos obligan a precisar algunos puntos. Lo haremos desde tres ángulos: 1) Carece de asidero lógico hablar de “retorno de un comunismo”, dado que en ninguna parte del mundo se ha llegado a tal etapa. 2) Nada más alejado de la realidad que atribuir la situación actual de Venezuela a la aplicación de un modelo marxista-leninista, aquí obviamente inexistente. 3)  Es una patraña la imparcialidad en la política informativa de gobierno alguno y el clima de libertades que la entrevistada añora “tener de nuevo”.
1. ¿De cuál revolución retorna Gloria Cuenca?
Dice Cuenca en la citada entrevista: “Yo sí puedo hablar de lo que es un comunismo, lo viví en China y precisamente vengo del regreso de la revolución”. Quien hace tales aseveraciones, proclamándose defensora de la veracidad informativa, no ha vivido nunca en China. Su esposo, el fallecido periodista Adolfo Herrera, fue durante varios años corresponsal en Venezuela de la Agencia de Noticias Xinhua, hasta el establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países (1974). En aquella década, Adolfo Herrera y su familia fueron invitados a China y tuvieron el privilegio de visitar allí varios lugares, disfrutando durante algunas semanas de las atenciones y generosidad de los amigos chinos.
Aquel brevísimo recorrido y el contacto informativo con el país asiático, gracias a la labor periodística de su marido, llevan a la docente Cuenca a afirmar: “Estuve 20 años de mi vida participando como militante del partido comunista, en el maoísmo”.
-¿No se ruboriza usted, profesora Cuenca, ante sus alumnos y ante los amigos chinos, al difundir tales falsedades?  En Venezuela  no ha habido ningún partido comunista maoísta. Aquí el Partido Comunista desplegó una amplia campaña contra Mao Zedong y contra  el Partido Comunista de China (PCCH) durante el Gran Debate con la extinta Unión Soviética. A quienes nos nucleamos en torno a la otrora posición de principios de China se nos etiquetaba de “maoístas”. Se creó entonces la Asociación de Amistad Venezolano-China, presidida por Víctor Ochoa. Al margen de esa Asociación, militantes de distintas organizaciones de izquierda publicábamos material  sobre las políticas que considerábamos acertadas del PCCH. Jamás la firma de Gloria Cuenca calzó ninguna de esas publicaciones.
-¿En cuál vericueto clandestino actuó usted, profesora Cuenca, como militante de su imaginario  “partido comunista maoísta”?
Cuatro décadas después de su breve paseo por China, esta experimentada docente no vacila en afirmar que conoce el comunismo y en acusar de asesino al conductor de una revolución que transformó las bases de una sociedad – para entonces integrada por más de 600 millones de habitantes-  sumergida en las tinieblas feudales y oprimida por la ocupación extranjera. Los ojos de Cuenca no se detuvieron en las gigantescas transformaciones operadas en la sociedad china en menos de tres décadas. Le bastó conservar en su bagaje algunas herramientas que  más tarde le serían de utilidad. 
Preciso es señalar que durante cuatro años de nuestra permanencia en China, finalizada la Revolución Cultural pero aún intactos algunos lineamientos en la estructura social, pudimos presenciar el entusiasmo de los comuneros al hablar de sus luchas revolucionarias y de los cambios profundos que dieron un vuelco en sus vidas. Subsistía el problema habitacional y se mantenía la ruta hacia una sociedad igualitaria, imposible de alcanzar en pocas décadas. Las secuelas de algunos errores, como la deificación de Mao Zedong y la práctica de cargos vitalicios y designación de “sucesores” se hacía sentir en forma negativa en el criterio de las nuevas generaciones.  Al inicio de los años 80  era ya evidente en China el efecto del paradójico llamado del PCCH a la descolectivización y a competir por mayores ganancias. El desplazamiento de la lucha de clases hacia la reforma económica comenzaba su penosa marcha (1).
Estas consideraciones escapan a la reflexión de la docente Cuenca, en su afán de cavar la sepultura de cuanto a su juicio se aproxime al comunismo.
2. Es mera ficción la aplicación en Venezuela de un modelo marxista
Para Gloria Cuenca, “el caos económico que atraviesa la revolución chavista –según sus palabras-  es consecuencia del modelo marxista-leninista” que a su criterio se está aplicando en Venezuela.
Muy mal parada queda nuestra Universidad Central cuando una docente nutrida en sus aulas, donde lleva décadas transmitiendo “enseñanzas”,  no sólo admite como revolución lo que apenas ha sido  tentativa de un proceso de cambios, sino que atribuye a este proceso  características del marxismo-leninismo.
En lugar de un enfoque académico serio acerca de lo que es una revolución y de lo que implica una auténtica transformación económico-social, la declarante se va por las ramas y, dando por sentado que estamos en socialismo, abona sus posiciones ultraderechistas recalcando que “el socialismo no sirve para nada”. 
Lejos estaría de sus planteamientos, en el supuesto negado de que el escenario venezolano actual fuese una revolución afianzada en el marxismo, señalar que las tesis del estudioso alemán no pueden tomarse como una religión y que no todo lo expuesto por él y por Federico Engels en 1848 podría encontrar literal aplicación en el siglo XXI. Resultaría ingenuo pedir tal reflexión a quien en sus escritos se aproxima a las catacumbas y confiesa religiosas ataduras.
3. ¿Libertad de expresión en pasadas décadas?
Se queja Cuenca de que en Venezuela hoy se imponga una hegemonía comunicacional y clama por “tener de nuevo  libertad de informar”. Evoca su visita a China y dice haber quedado aterrada cuando supo que allí prevalecía la línea oficial, la línea del pueblo. ¿Se imaginaba acaso encontrar periódicos que reivindicaran la voz de los terratenientes y de los emperadores?
No se detuvo a observar los formidables cambios operados en China gracias a la fuerza colectiva desde 1949, cuando el PCCH tomó el poder. Le bastó una pregunta acerca de “cómo funcionaban los periódicos” para hacer desmoronar el débil andamiaje de todas sus “creencias”. Cerró con fuerte llave la “aterradora” respuesta para esgrimirla años después en Venezuela.
¿Ha olvidado Cuenca los allanamientos, secuestros de periodistas, confiscación de ediciones completas de periódicos de izquierda, en los años 70 y 80?  Es de los años 70 un remitido -de escasa circulación por la censura- titulado “¿De cuál libertad de expresión puede hablarse en Venezuela”, donde se denuncia el asalto a los talleres donde se imprimía el semanario QUÉ HACER y la incautación de originales y negativos. Centenares de firmas respaldaron esa denuncia. No figura allí la de Gloria Cuenca. Recordamos, sí, que fue Adolfo Herrera quien en su condición de diputado accedió a retirar las planchas de impresión del periódico de  los talleres situados en Puente Hierro, cercados por fuerzas policiales dispuestas a apresar a sus redactores. Está en nuestro poder ese remitido, si alguien quiere comprobar la libertad de informar que hoy añora Cuenca.
Debemos concluir señalando que sus argumentos, celosamente acumulados, aunque carentes de toda sustentación lógica,  la convierten en valiosa pieza en el tablero del anticomunismo internacional.
1)      Cfr. Irma Barreto – China: la lucha no ha cesado, EBUC, Caracas 1990.

domingo, 1 de marzo de 2015

La historia escamoteada

No fue Miguel Angel Capriles Ayala el fundador de Ultimas Noticias







A
ntes de emprender su viaje definitivo (noviembre de 2009), nuestro amigo caricaturista y luchador social Claudio Cedeño quiso dejar a salvo algunas verdades, consciente de que con el paso de los años serían escamoteadas por intereses políticos o financieros.


 No hay pues motivo de asombro cuando cierta prensa venezolana conmemora el centenario de nacimiento del editor Miguel Angel Capriles Ayala, reseñándole como “fundador del periódico Últimas Noticias en 1941”. Dejemos a Claudio la verdad de la historia, no sin antes advertir que están en espera de ver la luz pública “Las Verdades de Claudio Cedeño”, donde son muchas las vacas sagradas desmitificadas. De esas memorias suyas es el siguiente capítulo: El periodismo  moderno en Venezuela – Surgimiento de los grandes magnates.
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<> En septiembre de 1941 Kotepa Delgado, Pedro Beroes, Víctor Simone de Lima y Vaugham Salas Lozada van a imprimir un nuevo estilo al periodismo venezolano con la fundación del diario Ultimas Noticias.

<> Dificultades financieras estrangularán las ansias de aquellos innovadores del periodismo. Mediante un golpe de audacia, por suministro de papel y otras acreencias, en un juicio amañado, Miguel Angel Capriles Ayala logra la posesión del periódico.


Últimas Noticias nace en septiembre de 1941 con una concepción distinta del periodismo. Su creador, Kotepa Delgado, introdujo un novedoso estilo periodístico, comenzando por el formato tabloide, a diferencia de los otros diarios de la época, de tamaño standard, los cuales por esa y otras razones han sido considerados entre nosotros como “la gran panza”.
La diferencia no es sólo de formato, sino de contenido y del estilo que al nuevo periódico van a imprimir sus fundadores: Kotepa, ya conocido en las filas del Partido Comunista; Pedro Beroes, intelectual de izquierda, egresado universitario, simpatizante del P.C.; Víctor Simone De Lima, joven periodista y dibujante, quien había ejercido el periodismo en El Popular, combativo semanario caraqueño, órgano del PRP, en cuyas páginas dio a conocer su ingenio gráfico con dos personajes que aparecían en un diálogo: ChucutoRabón, dos camaleones que satirizaban a las  más famosas figuras dela época. Vaugham Salas Lozada remataba el cuarteto de socios-propietarios, militante comunista para el momento, además de futbolista fanático de la tribu del “Dos Caminos”. Se agregaba a este equipo un fogueado periodista de Maracaibo: Ciro Urdaneta Bravo, quien con Olga Luzardo, Elio Montiel y Espartaco González había dirigido el periódico “Petróleo” durante los difíciles días de la huelga del 36.
Aparte de sus características novedosas, el periódico logró reunir un grupo de muchachos animosos, decididos, con ansias de conquistar todo lo que aspira a alcanzar la juventud. Entre ellos recordamos a Oscar Yánez, Luis Felipe Sánchez, Arístides Bastidas, Manuel Ignacio Romero, Juan Acosta Cruz.
Más tarde se incorporarían a su equipo las primeras mujeres periodistas en Venezuela, entre ellas Carmen Clemente Travieso, en la redacción; Ana Luisa Llovera, militante de AD, en la actividad reporteril  y, como aprendiz, Carmen López Obediente, de las filas comunistas.
Así, ante los ojos atónitos del lector aparece un periódico con nuevos protagonistas, con actores cotidianos, con la calle como escenario de acción.
Hasta ese momento era desconocida en Caracas la actividad de fotógrafos y reporteros de calle. De repente la ciudad es invadida por jóvenes periodistas cuyas herramientas no son otras que un cuaderno de notas y una cámara fotográfica. Se detienen en todas partes, indagan, preguntas, recogen imágenes de cualquier suceso: un accidente, una riña, una discusión política, un barrio derrumbado. Todo es noticia y los reporteros incurren a veces en excesos. En casos de accidente o infortunio, penetran  en las casas, recogen fotografías de las víctimas y preguntan detalles confidenciales para dar el “tubazo” al siguiente día, lo cual no pocas veces causaba molestias en la recatada sociedad caraqueña de la época. Pero poco a poco el nuevo estilo se fue imponiendo. La gente se acostumbra a expresar públicamente sus protestas y en los barrios los periodistas son acogidos con beneplácito. Quienes jamás habían sido tomados en cuenta ven ahora sus fotografías en el periódico y su voz de protesta es allí recogida. Los encopetados optan por denominar diario de las cocineras” al popular tabloide.
Siete mil bolívares había sido el capital inicial, aportado por Kotepa Delgado en el momento de fundación del periódico, cuyo precio de circulación era de dos centavos. Los demás socios aportaron su talento y deseos de hacer un periodismo nuevo. El mobiliario estaba constituido por algunas máquinas de escribir, escritorios y pocas sillas. Entonces el mundo de la publicidad estaba lejos de representar el fabuloso caudal de ingresos que hoy se disputan los medios de comunicación.
Muy pronto las dificultades financieras van a estrangular las ansias revolucionarias de aquellos innovadores del periodismo.
Un nuevo socio: de buhonero a magnate
Para la fecha en que es derrocado el General Medina, ya Últimas Noticias es  el  vocero de mayor popularidad y circulación en Venezuela. Con su bien estructurado  equipo, cumple un papel orientador de primer plano entre los sectores populares. Esto no es visto con buenos ojos por las clases reaccionarias y menos aún por la Embajada de Estados Unidos que  aspira a hacer valer su injerencia en este fortín petrolero una vez iniciada la Guerra Fría, cuando todas las baterías van a enfilarse contra los comunistas.
La ocasión se les va a presentar cuando los aprietos económicos sacudan la estabilidad del periódico. Un testaferro, representante de los intereses de Rockefeller, aparece en escena para proponer arrendar el tabloide, oferta que fue rechazada por sus fundadores. Era evidente que la Embajada estadounidense maniobraba para evitar que el popular vocero siguiera en manos comunistas. Y desde dentro,  alguien que había logrado hacerse socio del periódico venía realizando trabajo de topo a fin de beneficiarse de la quiebra en el momento oportuno. Ayudado por un comerciante alemán residente en Venezuela, de confesas simpatías por el régimen de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial,  el nuevo socio, ex buhonero de baratijas en la calle, mediante un inescrupuloso golpe de audacia logra la posesión del periódico.
En su modesta sede frente a la Plaza Bolívar, cerca del Cine Rialto, Ultimas Noticias no tenía otro capital que su propio nombre ya enraizado en los sectores del pueblo. Por suministro de papel y otras acreencias, un juicio amañado con la complicidad de gobernantes es entablado por sus acreedores, entre quienes figura el comerciante nazi, ahora protegido en sus propósitos por la Embajada estadounidense. El nuevo socio, cuyo nombre es Miguel Angel Capriles, cuenta con el apoyo del mercader alemán y, sobre todo, del Ministro del Trabajo, el Dr. Raúl Leoni, quien en la quiebra  le otorga el derecho de propiedad del periódico.
Así, Miguel Angel Capriles, quien se hacía llamar El Führer y tenía un negro historial de alianzas, quiebras y tracalerías, inicia su meteórico ascenso de buhonero a magnate. Como en los cuentos de hadas y de las Mil y Una Noches, fueron surgiendo telares, oficinas arrendadas y sucesivas empresas de misterioso origen. El pequeño tabloide fue el primer eslabón de una cadena que continuará extendiéndose como una versión tropical del Ciudadano Kane, donde Orson Welles capta magistralmente la figura de los magnates de la prensa estadounidense.
A la adquisición de Últimas Noticias le siguió la de La Esfera, en el período de Pérez Jiménez, pero la vida de este periódico no va a prolongarse mucho tiempo, pues ya estaba estigmatizado como un órgano reaccionario y antipopular. A los órganos de prensa siguieron las modernas torres de edificios con el nombre de su propietario y de sus periódicos y a éstas las cadenas de distribución de prensa, las acciones en compañías de segura inversión, las participaciones en empresas transnacionales, sin contar su colección de obras artísticas, la cual según Sofía Imber, su consejera en el ramo- supera la de cualquiera otro propietario latinoamericano.
En el campo  de la prensa, la cadena ha continuado agigantándose por cualquier medio hasta los años dos mil. Así lo demuestra el secuestro desde el  Ministerio de Educación de la revista infantil Tricolor, forjada con los sueños de Rafael Rivero Oramas, Manuel Felipe Rugeles y otros creadores, la cual estuvo encadenada como “Cadena Tricolor”, con fines mercantilistas ajenos a toda creatividad y con la anuencia de mal llamados educadores.
Sin embargo, Capriles no pudo tener nunca bajo su  control  un partido político, ni tampoco dar continuidad a una página o  un suplemento de arte bien estructurado que le permitiese aglutinar a los intelectuales.
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