sábado, 27 de julio de 2013

¡R E P U D I E M O S L A T O R T U R A!


 

 

En el homenaje a Jorge Rodríguez, en el trigésimo séptimo aniversario de su asesinato, el Presidente Maduro fustigó las prácticas criminales del puntofijismo.  Ha debido fustigar con igual dureza a los militares que acaban de causar la muerte por torturas al cabo Diosny Guinand, en la parroquia de Macarao (Caracas), y a Reny Adolfo Suárez, en el Táchira, jóvenes ambos de 24 años de edad.
    Entrevistamos a Jorge Rodríguez en marzo de 1975, dieciseis meses antes de su muerte, a propósito de la unidad -que entonces creíamos posible- del movimiento revolucionario.

   Nos recibió en la sede de la Liga Socialista, en Catia, organización de la cual era Secretario General. La entrevista era para el semanario Qué Hacer, cuyo Consejo Directivo integrábamos. Algo muy significativo dijo Jorge en aquella ocasión:

   -Conviene señalar que las distintas agrupaciones políticas surgidas a raíz de la división de los partidos de izquierda en Venezuela (PCV, MIR, etc.) no han desarrollado una confrontación ideológica que permita ubicar las coincidencias e identificar en qué consisten las divergencias. Ello ha impedido que las divergencias se procesen en forma acertada y se afiancen las coincidencias.

   -La principal divergencia en el plano táctico podría ser la no precisión objetiva de la correlación de fuerzas existente en el país (…) Por otra parte, la lucha por la hegemonía del movimiento revolucionario suele confundirse con pugnas intergrupales, preñadas de sectarismo e irracionalismo que impiden a los militantes unir sus esfuerzos en torno a problemas comunes (…) De allí la existencia de un movimiento revolucionario débil y disperso, con muy escasos vínculos con la clase obrera.

   Hoy, a treinta y siete años de su asesinato, podemos decir que tales pugnas y desacuerdos, unidas a la ausencia absoluta de discusión teórica y de un trabajo perseverante en el seno del pueblo, han prevalecido desde entonces en Venezuela hasta desembocar en confusas amalgamas definitorias que abarcan desde Jesucristo hasta Bolívar y más acá…

   Detenido en extrañas circunstancias, Jorge Rodríguez es conducido a los sótanos de la Disip, cinco meses después del secuestro del industrial W.Niehous por un grupo de “Comandos Revolucionarios”, en la operación Argimiro Gabaldón. ¿Por qué el zarpazo policial hacia alguien que actuaba abiertamente, en escenario legal? ¿Cuáles intríngulis encierran estos hechos? Las veredas de la historia habrán de ser desbrozadas.

   Sólo  dos  días después de su detención  el Ministerio del Interior presidido por Octavio Lepage  anuncia  su   muerte   “a causa de un infarto”.  La autopsia –cuya copia reposa en nuestro poder- revelará la siniestra verdad: desprendimiento de vísceras, hemorragia interna… Mediante crueles torturas, la democracia -¿representativa de qué?- había segado  la vida del joven dirigente político, a sus 34 años de edad.

   Ayer se le rindió homenaje en el Cementerio General del Sur. El Presidente Nicolás Maduro y otros altos representantes del gobierno nacional estuvieron presentes. Al fustigar las prácticas criminales de los gobiernos de la IV República, el Primer Magistrado pidió a las autoridades policiales de hoy buscar “un punto de equilibrio”, pues “a veces se pasan en la aplicación de medidas correctivas”.

    Más que un ínfimo punto de equilibrio, el Presidente Maduro ha debido fustigar con igual dureza a los autores de la muerte del cabo Diosny Guinand, de 24 años de edad, torturado durante más de 48 horas por integrantes del Grupo de Acciones Especiales (GAE) del Comando de la Guardia Nacional Bolivariana en Macarao. Luego de causar el deceso por asfixia mecánica, los autores del crimen dejaron el cadáver en el lecho de una quebrada desde el 30 de junio hasta el sábado 6 de julio actual, procediendo después a enterrarlo sigilosamente en una cancha de tiro de la zona. A los familiares del joven –quien desde hace año y medio se había alistado en el GAE y deja una hija de cuatro años- hicieron llegar la noticia de que Diosny había desertado.

Este hecho conmueve a la sociedad venezolana al igual que el ocurrido el día nueve del presente  mes en el Táchira, cuando otro joven, también de 24 años, Reny Adolfo Suárez, murió a causa de torturas infligidas por funcionarios del Ejército Bolivariano de Venezuela, destacados en el Fuerte Morotuto, en el marco del Plan “Patria Segura”. La acción se produjo cuando los militares encontraron un depósito clandestino de combustible y atribuyeron el comercio ilegal a jóvenes presentes en el lugar. Según información de testigos, los militares procedieron a amordazar a los jóvenes, les golpearon con una manguera, les rociaron gasolina y los expusieron al sol. A Suárez le obligaron a ingerir combustible y cuando su estado ya era deplorable le condujeron a un centro asistencial de La Fría, donde llegó sin signos vitales. Según el médico de guardia –informó la prensa lugareña- la muerte se debió a quemaduras de tercer grado originadas por gasolina, además de ingesta de la misma.

   Hechos como éstos –y no son los únicos durante el presente gobierno- merecen el más contundente repudio de la sociedad venezolana y del mundo, al igual que el asesinato de Jorge Rodríguez y tantos otros cometidos en décadas pasadas.

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